DISCURSO pronunciado por el senior Enrique Villuendas, en la sesion del 28 de enero de 1901, sobre la pena de muerte. SERORES DELEGADOS: Hace pocos dias que el senior Llorente, al hablar de la posi- ble uni6n de la Iglesia con el Estado, decia que no venia pre- parado para entrar en aquella discusi6n, y si el el senior Llo- rente decia eso teniendo ganada merecidisima reputaci6n de hombre sabio y culto, podria yo con mayor motivo que 61 repe- tir aquella frase; pero deseo, no obstante, hacer algunas indi- caciones a mis compafieros, porque entiendo que no debe venir a la Constituci6n un precepto de tanta trascendencia como el que proponen los compafieros firmantes. La pena de muerte es una cuesti6n sobre la cual no ha di- cho su filtima palabra la ciencia penal, y seria peligroso, por tanto, traerla a la Constituci6n y exponernos mafiana a que estuviera en contradicci6n con lo que la cieneia resolviera. Voy a recorder dos hechos hist6ricos: cuando Suiza discu- ti6 su Constituci6n, un hombre eximio e ilustre, euyo nombre ha pasado a la posteridad, Victor Hugo, pidi6 a los constitu- yentes suizos que borraran de su Constituci6n la pena de muer- te. Los suizos lo hicieron asi desde luego, porque atendieron aquella petici6n de Victor Hugo, y con arreglo a su conciencia, que asi lo indicaba. El pueblo suizo se vi6 obligado a revisar poco despubs su Constituci6n, y entonces imponia en ella la pena de muerte. Es un hecho sabido por cualquier estudiante de derecho pe- nal que al hacer siempre uso el Presidente Grevy, en Fran- cia, del precepto constitutional que le facultaba para conmu- tar la pena de muerte por la inmediata, hubo un moment en que el pueblo se manifest de una manera formidable para