LA ORATORIA EN CUBA el deseo de acertar, pendientes, todos, de las ensefanzas de esa gran escuela mutua en que una tira de papel sirve de ar- ma poderosa para hacer predominar la voluntad general, sin necesidad de recurrir a los procedimientos que se hacen me- nester euando una casta privilegiada, o un grupo de sabios no siempre patriots, o de mercaderes no siempre sinceros, se erige en opresora, creando la clase de oprimidos, y eso si que es en Cuba un gran peligro, porque los oprimidos, para no ser- lo, como demostraron ya su abnegaei6n y su heroismo pueden demostrar que la conquista lograda por ese obrero iluminado -el pueblo-en seis mil afios de lucha, no puede ficilmente ser reducida a mera conquista te6rica. Acordad, sefiores delegados, lo que con justicia os deman- do. Cerrad los ojos cuando vayAis a ser justos, a practicar la justicia, para que no os perturbe el juego escenico de los que con procedimientos de prestidigitaciones political arrancan a vues- tro pueblo la mis saludable de sus conquistas. No temAis las agitaciones populares, precursoras de toda campana electoral, porque sobre toda esa agitaci6n, sobre to- da avaricia y todas las concupiscencias de partido, existe el elec- tor supremo que resuelve sin apelaci6n. Y ese' elector, como dijo el autor de los Derechos del hombre, es el means agitat mo- lem; es el Espiritu Santo del pueblo, que por una especie de mi- lagroso conjuro, casi divino, hace del eserutinio un conclave uni- versal en que por inspiraci6n sublime deposit en la urna, en ca- da candidatura de los electores, un pedazo de la voluntad na- cional, que consagra de manera elocuente y grandiosa la sobe- rania augusta del pueblo. Votad, pues, sefiores delegados, mi enmienda. Acordemos llevar a la Constituci6n el derecho de sufragio universal para todo cubano mayor de veintifin afios, sin limitaci6n alguna. Habrdis hecho, haciendolo asi, un servicio a la patria y a la libertad.