LA ORATORIA EN CUBA las puertas de las ciudades mismas, de los que antes eran es- pafioles, sucumbieran de hambre sin cometer un solo desafue- ro... Yo quiero el sufragio universal porque conozco las vir- tudes de mi pueblo y tengo fe en su discreci6n; y lo quiero sin restricciones de ninguna clase. Tengo en abono de mi deseo la sensatez cubana y la opinion de grandes pensadores, entire 6sto, uno de notabilisimo meri- to, Pelletan, que planted el problema de una manera com- prensiva y aplastante: "Cuando una parte del pueblo--dice- desea el poder y lueha por obtenerlo, enfrente de otra que tambi6n lo quiere, no le queda a ese pueblo, dividido en dos fracciones, mis que dos caminos: el camino de batirse en las urnas, o el amino contrario, el de la revoluei6n"; y, sefores, es preferible, mil veces preferible, la lucha de las urnas. Si la mayoria del pueblo opta por el sufragio universal, es injusto y hasta imprudente privarle de ese derecho, tanto mfs cuanto que se trata de un derecho adquirido. Privarle de ese derecho tan legitimamente conquistado seria poner tra- has para que no pueda defenders, para que no se defiendan; equivaldria a encareelar la inteligencia. Y, sefiores, el pensamiento human en ninguna de sus ma- nifestaciones puede ser sujeto por la fuerza bruta. Desde el moment que se quiere privarle de ese derecho, la cuesti6n se- ria ya de fuerza, y ya no lucharian electores, sino soldados. Pero si en vez de hacer listas de soldados, hacemos listas de electores, que irian a las urnas a library la batalla supreme que ha de dar por resultado el triunfo de la verdad, porque debe suponerse que la mayoria lleva en si el germen de la verdad, que la minoria esti obligada a respetar en tanto en cuanto no pueda ser otra mayoria, habremos resuelto bien la cuesti6n. Se podra decir: "No queremos ver al nimero, a las multi- tudes, a 6sas que llaman classes inferiores, imponerse a las inte- ligencias". Los sufragios no se pesan, sefiores delegados; los sufragios se cuentan, y eso es lo que nosotros debemos hacer, contar el voto de eada uno de nuestros ciudadanos, porque pa- ra ensefianza eterna, aqui todos deseaban la patria libre, aun- que s6lo la pelearon los menos cultos. Habria empero un medio facil de limitarlo en algo. Con- cedase el sufragio a todos los que tengan veintiiin afios, sin li- mitaciones de ninguna elase, y si se trata s6lo de imponer trabas por complacer antiguallas, imp6nganse limitaciones de un modo 119