104 EVOLUCION DE LA CULTURE CUBANA importancia del pfiblico al intervenir en las deliberaciones de la Asamblea, la inconveniencia de su asistencia a estos debates. El senior Morfa citaba otro caso. Decia (yo no lo escuch6) que cuando el sefor Giberga hablaba aqui exponiendo, en uso de su legitimo derecho, sus puntos de vista dentro de la situa- ci6n actual (entiendo que con verdadera delectaci6n de la Ca- mara, que aplaudia la manifestaci6n sineera de sus conviccio- nes); decia que en las altas localidades hubo de oirse una voz que exclamaba: iuna guisima! jY que resultaba de ello? Ha resultado que el que tal co- sa dijera, seguramente, avergonzado abandon este local ante la impasibilidad del pfiblico a su voz, abrumado por el despre- cio con que se oyera esa falta de respeto y de correcci6n. Eso no ha de resultar aqui, eso no se puede decir que ha resultado. El finico tristisimo ensayo de perturbar los debates de esta Asamblea ha fenecido bajo el desprecio profundo de todos los que lo escucharon. Eso no acontece mis, eso no acontecerA. En cambio fijese la Asamblea en las mismas precauciones que ella ha torado para alejar de la imaginaci6n del pueblo cubano toda idea de recelo respect a la conduct diAfana de los delegados que aqui se sientan. Fijese la Asamblea en el ju- ramento que se prestara. Por que se escogi6 un juramento que alejara toda sospecha respect de la pureza de los senti- mientos cubanos que animan a la Convenci6n? gPor que aqui mismo se ha formulado un articulo que prohibe-no recomienda, sino prohibe-a todos los delegados aceptar puestos, honors y cualquiera otro destiny que el Gobierno interventor les confia- ra? Porque los delegados que tal han propuesto y tal han aceptado saben que el pueblo entero de Cuba tiene fijos los ojos en la Asamblea; y saben tambien que no basta ser, sino es necesario parecer. Porque es necesario que haya alteza de es- piritu para que no haya sombras en estos moments en que todo debe ser luz. Yo protest de que se quiera cibrir de sombra nuestra conduct, y se pueda deeir que nos reunimos reservadamente para tratar cuestiones que no nos atrevemos a tratar y a sostener con la palabra, a la faz del pfiblico. Y yo entiendo que nosotros debemos tener el valor, como lo ha tenido el senior Giberga, de manifestar nuestras ideas a la faz del mundo, sin temor de ninguna especie, que todas las ideas cuando se sustentan de buena fe y honradamente son res- petables. Entiendo, por consiguiente, que a nosotros nos im-