LA ORATORA EN CUBA en todos ellos he consignado mi franca oposici6n y mi absolute protest. Con esto obedezco al mandate de mi coneiencia, porque yo me debo al pueblo cuyo representante soy, y en tal concept, le debo la sincera expresi6n de la conduct que me imponen la aceptaci6n y el ejercieio de mi cargo. Mis ideas political son harto conocidas. Profeso las ideas democriticas en toda su fuerza, y las defender, con toda la energia que presta una honrada convicei6n, en los debates de esta Camara. Pero no insist en este punto, temeroso de que el President crea que me salgo de la cuesti6n; y con el objeto de evitar las indicaciones que podria hacerme y que tal vez no ha hecho, no porque no sea recto y celoso en el cumplimiento de su deber, sino porque habri creido que cuando se trata de asunto que a todos interesan, debe darse latitud a la discusi6n. Voy a terminar pidiendo a mis compafieros que declared que las sesiones deben ser piblicas, porque con eso estaremos en comuni6n perfect con nuestro pueblo; de otro modo vamos a contrariar sus aspiraciones y sus deseos, y s6lo de acuerdo con 6stos puede ser fructifera nuestra labor. Los moments son solemnes; la obra encomendada a nos- otros, muy trascendental y dificil de suyo. Unicamente el amor a la patria, que armoniza y comprende todos los amores puros, que acalla las pasiones insanas, que hace enmudecer todo egoismo, que eleva el alma por encima de todas las pequeieces y de todas las miserias humans, puede alentarnos en la empre- sa a dotarla de un C6digo que fiance su independencia, garan- tice su libertad y le abra un porvenir de felicidad eterna y de inacabable grandeza. De mi s6 decir que es tanto el amor que siento por esta tierra idolatrada, que no imagine sacrificios, por inmensos que scan, que no me parezcan pequefios para ofren- darlos en aras de su bienestar y de su gloria. Este sentimiento constitute de tal manera mi dicha y mi orgullo, que si yo temiera que en el tiempo que aun me queda por vivir pudiera desvanecerce o entibiarse siquiera, pediria a la Providencia que antes entenebreciera mi cerebro con las sombras de la locura o arrojara mi ser en los insondables abis- mos de la muerte.