LA ORATORIA EN CUBA Pero en un pais que ha hecho de la hidalguia la ley pri- mordial y de la caballerosidad tradici6n idolitrica, en un pais que ha elevado al rango de intimo caricter national el sentimiento de protecci6n al debil y el deber de defense al oprimido, yo tengo que career que si la opinion no derrib6 antes el vergonzoso regimen, fue porque vivi6 engafada; que si muchas veces defendi6 con vigor indigno de tal causa el bald6n de ese sistema, fue porque los favorecidos por sus mercedes se aprovecharon del desconocimiento general que la incapacitaba, para extraviarla y convertirla en inconscien- te apoyo de sus aviesas maquinaciones; que si consinti6 hasta ahora el imperio del agio y el reinado de la injusticia, fu6 porque ignorindolos no podia derrumbarlos; y de este modo, a favor de la pasiva actitud de la opinion prosperaban ilicitos intereses a costa del impio y horrendo sacrificio de sagrados derechos, y mientras los traficantes del patriotis- mo disfrutaban holgadamente de todas las franquicias, la despreciada Cuba, envuelta en letal atm6sfera de caligino- sos vapores, sufria inquieta y desolada los ahogos de la asfi- xia, y en lo mas hondo de su seno se agitaba nerviosamente el desengafio, y la desesperaci6n heria con envenenadas ga- rras sus mas profundas visceras, y su rostro escualido, revelador de las internal angustias que la atenaceaban, mostraba cla- ramente todos los sintomas de una descomposici6n galopan- te, de un cataclismo general que iba a sepultar en los horro- res de la anarquia los dltimos restos del imperio colonial es- paiol, y con ellos los 6xitos brillantes, los maravillosos pro- gresos por la civilizaci6n alli conquistados. He cumplido, sefiores, mi promesa. De otros defects po- dr6is acusarme, pero no de insincere, injusto o parcial. He hablado con claridad, con descarnada y ruda claridad, por- que soy amigo de la precision; he juzgado sin prevenciones, porque es la justicia uno de mis instintos mas arraigados; he censurado con dureza, porque yo no regateo sus derechos a la verdad, que es mi norte y consejera, ni mi temperamen- to me permit expresar los concepts vestidos con el hip6- crita disfraz de cobardes eufemismos. Si en mis fallos hab6is encontrado severidad inflexible y en mis frases tonantes ana- temas, atribuidlo a la honrada indignaci6n que mueve a to- do espiritu recto ante la enormidad de crueles injusticias. Y si he preferido lamentar los extravios y condenar los erro-