MORALtTICA DEL PERIODISMO Dorothy Schiff Thackrey, propietaria y director del New York Post, el linico peri6dico de format pequefio que ciccula por la tarde en aquella ciudad, opina "que los peri6dicos del porvenir, debido a las nuevas fuentes de noticias mundiales, tendrin que optar por publicar los resfimenes de ellas". Ya Mrs. Thackrey, adelantandose a esa realidad, tiene en su peri6dico secciones de esa tipo y en las que colaboran 45 redactores. Otro periodista estadounidense, William Allen White, es parti- dario de la supresi6n condicional a cuyo efecto pone este ejemplo: "El hombre que se rellena de whiskey y se empefia en ser un mo- tivo do befa para sus semejantes, acaba por convertirse en una carga pfiblica. La publicidad es el linico medio efectivo de hacerle volver al buen camino. Su primera falta es siempre pasada por alto por nuestro peri6dico, pero en cuanto compete la seounda, su nom- bre es publicado en nuestras columns, sea cual fuere la posici6n social que ocupe. Como de vez en cuando le hemos llamado la atenci6n sobre esto a los beodos, cuando ellos acuden a nosotros para rogarnos que Io hagamos por sus esposas o sus hijos, por sus madres enfermas o sus padres achacosos, les respondemos que ya habian sido advertidos a tiempo y que si ellos no pensaron en sus padres, madres, esposas e hijos, antes de embriagarse, much menos podemos hacerlo nosotros despubs de cometida la falta." Le6n Bloy estimaba: "No tiene mis derecho el director de un peri6dico a suprimir una noticia que el toc6logo a suprimir la vida de una criatura." En su c6lebre Credo, Walter Williams declara: "Yo creo que la supresi6n de noticias en consideraci6n a otra cosa que no sea el bienestar social, es indefendible." Leon Nelson Flint, en su studio sobre la cuesti6n, pone el cri- terio que sigue en boca de un editor partidario de publicar todas las noticias: "El mayor servicio que un periodista puede prestar es publicar la verdad -toda la verdad- a fin de exponer al juicio de los lectorea los sucesos cotidianos, fidedigna y detalladamente expre- sados. El mayor error que un peri6dico puede cometer es la supresi6n de noticias, cuando la misma es motivada por ciertas ostensibles presiones, por no menos ostensibles halagos o por la advertencia -a veces sinceramente formulada- de que la publi- caci6n de tal o cual noticia es innecesaria o puede causar dafio. Cometiendo ese error es como los peri6dicos llegan a desacredi- tarse. Es necesario, por tanto, publicar las noticias integramente. Pero esto que parece ficil, en realidad no lo es. En nuestro peri6- dico publicamos todas las noticias que llegan a nuestro conocimiento, sin favoritismos de ninguna especie. Al principio esta prictica nos resultaba embarazosa, pero logramos, al fin, imponerla, por lo que nuestros amigos, nuestros anunciantes y hasta nuestros enemigos, ya no nos piden la supresi6n de ciertas noticias. Nuestra actitud en ese sentido es ya generalmente reconocida y respetada. Hace much tiempo un prominent ciudadano fu6 arrestado por ir manejando su autom6vil en estado de embriaguez. Aunque no se trataba de un vicioso consuetudinario, sino de una persona honorable y de