MORALETICA DEL PERIODISMO En periodismo, por tanto, los que lo hacemos, estamos tentados de continue por una inmoralidad limitada, la del pro domo sua de que hablaba Cicer6n o sea tender a gobernar el rio a discre- ci6n para beneficio propio, y por otra inmoralidad sin limits, la de los anunciantes, lectores, amigos y favorecedores siempre ne- cesitados de parcialidad .0 de silencio. Entiblase asi el duelo periodistico entire lo particular y lo universal, duelo escabroso, ofuscable, confuso, ya que no en vano lo particular se opone a lo universal y a la vez se contiene en 1l, como la parte en el todo. Es muy dificil, en efecto, separar la cosa de su tendencia, el sujeto de la causa, el uno del conjunto, cuando lo que se quiere es discriminar un agent del otro y de- cidir cuanto el servicio requerido de la Prensa es para Fulano, ente particular, o para un hombre, simbolo de sus congineres, que pueden hallarse en situaci6n igual o parecida. Claro es que existe en el mal periodismo la parcialidad delibe- rada, la servicialidad a tarifa, la obediencia al influyente, por la que un periodista o una empresa pueden suprimir la verdad, pero en regla general hay que decir que es infima la proporci6n que en esa inmoralidad tiene la organizaci6n periodistica para beneficio personal de sus miembros. La mayor parte de las ocurrencias de supresi6n de noticias se debe a la complacencia gratuita hacia tal o cual miembro de la comunidad. Leon Nelson Flint, en su libro The Conscience of the News- paper (180), incluye entire los casos en que se gestiona o llega a la supresi6n de noticias por conveniencia particular del peri6dico o de sus amigos, los siguientes: Que la publicaci6n de la noticia perjudica los negocios de la persona a que se refiere. Que la publicaci6n de la noticia puede dafiar el negocio del editor. Que la supresi6n de la noticia constitute un favor a algin amigo del editor, de acuerdo con las conveniencias sociales. Que la noticia se refiere a un primer delito. Que guard relaci6n con un delincuente juvenile. Que la simpatia hacia unos padres justifica la supresi6n. Que puede menoscabar la reputaci6n de una sefiora o senorita. (180) Ver piginas 77 y 78, edici6n D. Appleton and Company New York-London, 1930.