OCTAVIO DE LA SUAREE como conquista del hombre, que puede legar por su esfuerzo a una parcial desvinculaci6n de las determinaciones naturales. En este caso, las que llevan al periodista a la indiferencia, a la ignorancia y al prejuicio. EL DIRECTOR DE PERIODIC NO ES UN JEFE SINO UN MENTOR El studio de la libertad de Prensa dentro del peri6dico debe consignar asimismo este hecho: las jerarquias en 1l son tambi6n de caricter moral. El periodista que ocupa en un peri6dico la mis alta posici6n intellectual: el Director, es por eso un mentor, presuntamente ca- pacitado en la ciencia del consejo, no un jefe a la usanza ordi- naria. Esa facultad especifica que le hemos atribuido y sin la cual ningin peri6dico puede ser guiado hacia la homogeneidad moral, es la que lleva, al que la posea, a la cumbre de la profesi6n pese a no estar dotado, muchas veces, el Director, de otras capacidades mis brillantes, si se quiere, pero no tan tiles a la misi6n social de la Prensa. Desde luego, creemos y propugnamos que la correcci6n de las deficiencies morales, como las que sobre indiferencia y prejuicio hemos tratado anteriormente, debe ser obra propia pero el mento- razgo del Director, sobre todo para periodistas j6venes, puede agregar al esfuerzo superativo de cada uno la efectividad del buen ejemplo (151). (151) Marti decia que "de un buen director de peri6dicos ha de poder decirse lo que Fernandez Flores sobri- Tamayo y Baus: todos los actors tenian talent mientras formaban pare de su compafi'a". Fue esta una alusi6n del Ap6stol a Jose Vicente Villada, director de Lai Revista Uni- versal de Mi ico, con quien entr6 a trabajar al llear a ese pais y el cual, siendo director de esa clase, dice Gonzalo de Quesada y Miranda en su Marti, Periodista, pigina 8, "hizo que pronto el joven cubano saliera del an6nimo de corrector de pruebas, de escritor de gacetillas, para ocupar un puesto de importancia y confianza en la redacci6n del peri6dico".