OCTAVIO DE LA SUAREE mo, las cadenas de su ignorancia. El reporter se lanza a una em- presa sin tener conocimiento acerca del individuo a quien ha de entrevistar, o del asunto que tratarg con l1. Escribirl sobre el sin saber en que consiste el folklore> o sobre political sin conocer nada de ella, simplemente porque no esti educado. Y si alguna profesi6n en el mundo require omnisciencia, los mis altos conocimientos, es, precisamente, esa profesi6n que, dia por dia, por medio de la pigina escrita, emprende la tarea de educar a otros. "Hubo en Baltimore, en los Estados Unidos, un reporter que, habiendo sido enviado a entrevistar al Cardenal Gibbons, de la gran Iglesia Cat6lica, y no conociendo las reglas de celibato que rigen entire los sacerdotes de ese culto, pregunt6 en la residencia del Cardenal si se encontraba 6ste en casa y habi6ndole respondido amablemente el secretario que Su Ilustrisima no estaba en ese moment, dijole el reporter: "La segunda cadena es, pues, la ignorancia; y la tercera es el prejuicio. La mente cerrada y herm6tica, intolerante, Ilena de pre- juicios y predicando continuamente el evangelio del odio. A la mayoria de los hombres les produce las ideas nuevas, al llegar, una gran impresi6n y a muchos periodistas, debido a sus prejuicios, les falta voluntad para apreciar cualquier cosa buena o digna de tomarse en consideraci6n, cuando ignoran el asunto o guardian contra el alg6n prejuicio. El que un peri6dico Ilame bolsheviqui a un individuo, podri ser indicio de su escasez de vocabulario, pero no quiere deckr que el nombre est6 bien aplicado. Y los periodistas que se sirven del prejuicio, al mojar sus plumas en tinteros rebo- santes de ellos, mejor que en otros llenos de tolerancia, han for- jado asi el grillete que ayuda a esclavizarlos y que no causa en cambio ningin daiio a aquellos contra quienes el prejuicio es di- rigido. "Asi, pues, como periodistas, mientras buscamos la manera de arrojar lejos de nosotros las cadenas que habrian de ser obsticulo a nuestra libertad, desde afuera, procuraremos obtener tambiin esta libertad para la prensa, destruyendo las cadenas interiores forjadas por nosotros mismos, tirando a un lado la indiferencia, la ignoran- cia y el prejuicio. "Pero la libertad trae consigo obligaciones y responsabildiades con las que debe enfrentarse si ha de lograr que la sociedad le asegure la continuaci6n de esa misma libertad. Ningin hombre tiene derecho a ser libre, si su libertad ha de ejercitarla en perjuicio de otros. Asi, tambi6n, ninguna instituci6n periodistica tiene derecho a olvidarse de sus responsabilidades en el buen uso de su libertad. "En este obseuro mundo, el hombre mis itil es el hombre de los f6sforos, el que alumbra este mundo tan obscuro. Por lo tanto, el periodista que es libre para encender sus cerillas y hacer luz que haya de iluminar la sociedad, para bien de los mejores inte- reses de vista, podri ser el individuo mis fitil en cualquier ciudad, comunidad o naci6n. Pero las luces que proyeetan sus f6sforos ha- brin de ser verdaderas luces, no flamas d6biles y vacilantes que ficilmente se extingan en el polvo y el cieno; luces capaces de