OCTAVIO DE LA SUAREE todos con equidad y que tarde o temprano impone sus fueros y reivindica la moral del que la tiene. EL DERECHO DE RESPUESTA: BASE ETICA DE LAS RELACIONES ENTIRE PRENSA Y CIUDADANO Al mismo tiempo que se observa una declinaci6n del ntlmero de las querellas por delitos de prensa, acrece el de los ciudadanos que apelan al derecho de respuesta consignado asimismo en las leyes de prensa. Se confront actualmente, inclusive, las consecuencias de un abuso de ese derecho po: parte del pueblo, come se demuestra por el editorial que, bajo el titulo "La Ley de Imprenta y la Campafia contra la Difamaci6n", public en su edici6n de 20 de noviembre de 1945 El Diario de Montevideo, que se manifest asi: "Hace dias apareci6 en una de las seeciones de este diario un suelto que, suprimiendo los nombres, transcribimos ahora: "En la calle tal se procedi6 en la mariana de hoy a una dili- gencia que efectuaron inspectors de la Direcci6n de Asuntos Eco- n6micos. Alli, N. N., comerciante, tenia almacenados 9,800 kilos de azlicar, cuando habia declarado solamente 3,900. Es probable que se produzca el decomiso del producto" "Contra este suelto, que se limitaba a dar ruenta de un proce- dimiento official y a referir el hecho objetivo de que las cantida- des declaradas no coincidian con las halladas, agregando que era probable el decomiso de la mercaderia, el comerciante aludido en la informaci6n hizo uso de la ley de imprenta para intentar una curiosa , que admitia la verdad de cuanto en el suel- to se decia, y que se valia del derecho de erectificaci6n, para ex- plicar lo que no venia al caso, ya que se hallaba al margen de la noticia que habiamos dado. "En efecto; explicaba el comerciante que no habia habido ocul- taci6n, sino error en la declaraci6n. Como se veri, volviendo al suelto arriba transcript, no habiamos hecho la menor menci6n de que hubie'ra prop6sito de ocultar la mercaderia; la rectifica- ci6n, pues, no era tal. Agregaba que no habia habido ningfin de- comiso; nosotros s61o habiamos dicho que era probable> que se produjera. Ya en pleno tren imaginativo, agregaba el comerciante este absurdo 16gico: cque no es possible asegurar que es probable que se produzca el decomiso>. Esto, ya, mas que caprichoso, era absurdo. Por lo demis, lo curioso de la respuesta que se nos que- ria obligar a publicar estaba en que s61o cambiaba alguna pala- bra con respect a la enviada a otro diario cuya informaci6n po- dia, si, justificar los desmentidos que se nos querian aplicar, anto- jadizamente, a nosotros.