OCTAVIO DE LA SUAREE en su silla de redacci6n, pas6 por various cambios de ideas y de actitud. El realismo, o positivismo, ech6 poco a poco de su es- piritu al idealismo, y luego el cinismo mat6 al realismo. El d edi- c6 los filtimos cuarenta afios de su vida a demoler la obra de su juventud. Su filosofia se desbarajust6 y la political de The Sun (El Sol) se troc6 en una mezcolanza de programs jingoistas y en conglomeraci6n irracional de preocupaciones personales e in- tereses privados. Al descartar el asociacionismo, pas6 a un indi- vidualismo violent y despiadado. Por doquiera veia a los fuertes y habilidosos como amos de la tierra, y a la justicia como mendiga desamparada que de puerta en puerta pedia mendrugos para sus- tentarse. En ninguna parte veia sefiales del milenario a que per- tenecia el ideal de la democracia social en que en su juventud ha- bia creido, y abandonando su fe, se uni6 a los amos de la tierra. "El cambio principi6 durante los dias en que Dana servia en The Tribune, con su defense del llamado "sistema norteamericano" (cuya caracteristica principal eran los altos derechos de aduana), que fu6 la primera manifestaci6n de las cualidades burguesas de su inteligencia. Luego fu6 pasando sin interrupci6n al ala derecha y al lodazal de la explotaci6nt econ6mica. Enriquecido y duefio de la gran influencia que el buen 6xito de The Sun, le habia dado, se convirti6 en defensor del capitalism, dando mafiosamente for- mas deslumbradoras a los sofismas de usanza. "Declarindose dem6crata, ponderaba la doctrine de los dere- chos de los estados y del laissez faire gubernamental. Se oponia a quo se violase el principio de la competencia libre, y abogaba por- que el gobierno fuera reducido a un mero agent de policia encar- gado de conservar la paz y el orden. Pretendia career que los hue- sos secos del manchesterismo eran un credo democratic vivo y yi- goroso. Ridiculizaba todo proyecto de ley que tuviera por objeto la inspecci6n de los alimentos, la reform del servicio civil o la restricci6n de los monopolies, declarando que tales proyectos eran medios insidiosos de establecer una burocracia contraria a la indole y las instituciones norteamericanas. En su concept, ningin pre- texto social justificaba la reglamentaci6n de los negocios por el Gobierno. Aceptaba la centralizaci6n del poder econ6mico como cosa perfectamente natural, o consecuencia de la misma naturaleza de las cosas y del clamor popular contra los trusts decia que ,:ra "la mayor farsa de la 6poca". Su razonamiento era sencillo y, para la gente de la Edad del Oropel5 enteramente satisfactorio: "Puesto que los objetos del comercio son comprar al menor precio possible, vender al mayor precio possible y dominar el mercado en el mayor grado possible, la formaci6n, para lograr tales fines, de estas gigantescas compafiias o asociaciones es exac- tamente tan natural y legitima como la asociaci6n de dos zapa- teros o dos herreros" (89). (89) Ver The Life of Charles A. Dana por James Harrison Wilson, pag. 479.