OCTAVIO DE LA SUAREE PERJUICIO DE LA IMPERSONALIDAD DE LA PRENSA LLEVADA A LA ESFERA ECONOMIC Desgraciadamente, los pueblos tardan much en persuadirse de que el ministerio de la moral para servicio de los demAs es un lujo que cuesta caro y de que, como dijera Santo Tomas, "un principio de bienestar econ6mico es indispensable.para el ejercicio de la virtud". La Historia prueba suficientemente que han sido, por cierto, con raros ciclos de excepci6n, los jueces y los magistrados, -esto es: los custodios clasicos de la Moral Puiblica- los peor recom- pensados en el trato econ6mico con los Estados. Se manifiesta y perpetlia asi una absurda extension de ese mismo principio de impersonalidad, que atribuyendo la funci6n social al conjunto organizado, olvida, maltrata y menosprecia en lo particular human a sus ejecutores. Es decir: que la idealidad atribuida intent deshunurnizar a sus interpretes o representantes. Quiza por eso se ha observado que las leyes, tan rigurosas en cuanto a Moral, son negligentes o casi, cuando del honor personal se trata (48). Al respect, la experiencia secular de los hombres de ley es la misma que sufrimos ahora en ciertos paises los hombres de la Prensa. (48) Despuos de establecer que, "por lo visto", la ley no consider al honor como el derecho positive de un valor igual al de los bienes ma- teriales, Max Nordau agrega: "Pero hay un numero bastante crecido de hombres para los cuales su honor es mas precioso que su fortune, hasta mas que su vida, y se convencen temblando de indignaci6n de que, url la- dr6n que les roba el portamonedas con .unas cuantas pesetas va a la cArcel mientras que un miserable infamador que les ultraja, o queda completa- mente impuna o se libra en el mejor caso con el pago de un multa que afiade al ultraje una ofensa official. Aqui so ha quedado el derecho tan atrAs de la costumbre, que los individuos, por propio impulse, intentan suprimir la distancia, sin contar con la intervenci6n de la colectividad. Entre gentes del pueblo se venga el honor ultrajado haciendose justicia a palos y con frecuencia derramando la sangre y entire la clase elevada se emplea el duelo; con armas mortiferas, desesperado absurdo que implica una dura acusaci6n contra el derecho vigente"... y del cual, afiadimos nosotros, son victims tambi6n los magistrados. Biologia de la Etica, ai- gina 89.