ARCHIVES DEL FOLKLORE CUBANO costumbres feroces, sino que algunos extranjeros, por lo me- nos de uno lo sabe el que esto describe, aseguran que se en- cuentra en la exacta apariencia humana y en el bello sexo muy perfeata de mujer. Respetando el nombre del sujeto, que podrf darse a cono- cer si le agrada, dire a mis lectores que efectivamente no como quiera asegura la existeneia de la siguapa, sino que dice y ya esto es algo m"s, que la ha visto y tuvo la fortune de que fuera hembra. Sucedi6 que huyendo de Santo Domingo pas6 a esta Isla y temeroso de los movimientos politicos y sociales, se dedic6 a la vida del campo. Como Belthenebros en la Pe- fia Pobre, como Amadis y el insigne Don Quijote, nuestro desencantado extranjero se intern en lo mas hondo de la Sierra Maestra y en los inaccesibles cuchillos, espolones y de- mis sinuosidades que ofrece la superficie de Cuba precisa- mente por la parte Oriental. Cinco aflos consecutivos pas6 casi olvidado de los hombres, en los cuales encontr6 infinitas minas de cobre y de otros metals; pero el mayor de su des- cubrimiento fu6 hallarse con una siguapa tan mona y bella, que podia darle una higa a la misma Venus saliendo de la es- puma del mar. Lo que mas le gust6 fuB lo coquetuela y lo sangre ligera que la pareci6. El descubridor la vi6, la oy6 y ya no admite ni el recurso de haber sido un suefio, porque unos cuantos araiazos que le quedaron en el cuerpo, eran un testimonio de que habia querido atraparla para conven- cer a todo el mundo de este acontecimiento milagroso. Todavia es para nosotros un problema si viven o no en sociedades las siguapas, pero la circunstancia de que tiene una piel cubierta de vello o pelo, nos hace presumir que se pa- rezean en su genero de vida a los sftiros y silvanos, y que como 6stos anden al salto de mata deseonociendo los encan- tos de la familiar y la paz del santo matrimonio. La Habana, 1848.