ARCHIVES DEL FOLKLORE CUBANO ba y la maraca; pero en su mayoria emplean cajas inservibles, abandonadas, desechadas por los comerciantes blancos. El afro- cubano la recoge, si no tiene tablas rajadas, la llama cajon y en sus festivales lo hace sonar directamente. El caj6n, pues, es un instrument de percusi6n; pero no como el tambor, que algunas veees hace sonar con palillos y otras con la smanos, sino siempre con 6stas. Algunos pueblos afrieanos usan madera en vez de cuero en sus tambores. Unos los tocan con las manos y otros con palillos. Entre los afrocubanos no existen tales equipos de tambores; pero el cajon no falta en sus festivales. Cuando la concurrencia es muy nutrida, cuando el sonido de los atabales Ilega amortiguado al oido de los hampones, cuando la vibraci6n de la marimba se extingue en la batahola, cuando el giiiro ha dejado de sentirse, cuando agotados los instruments de la or- questa, euando preeisa-reforzar la misica primitive y se bus- ca una nueva fuente de ruido y ritmo, haeen su aparici6n los cajones y sobre la superficie de la tapa conservada se mue- ven a comps y freneticamente las manos del hamp6n. El toque director de los tambores es id6ntico al del caj6n. ambos son instruments de percusi6n direct. En uno y en otro, con las manos en semi-flexi6n, el ejeeutante toca la su- perficie del cuero o madera con la cara palmar de los dedos unas veces y otras con la parte superior de las regions tenar e hipotenar. El caj6n, como el tambor, no vibra a manotazos, sino por percusi6n met6dica y estudiado. El sonido es produ- cido por un golpe pero per un golpe habil y ejercitado. La marimba afrocubana, segfin veremos mAs adelante, ge- neralmente es un pequefo envase de madera convertido en eaja de resonancia. En una de sus tapas tiene montadas las cuerdas, quedando la otra como fondo del instrument. El su- jeto que la toca en las fiestas hamponas, cuando quiere exaltar el entusiasmo de los danzantes o siente su influeneia, vuelva la marimba, lleva el fondo hacia arriba y lo percute como atabal... De tal manera contemplamos un eurioso fen6meno de regresi6n por contaminaci6n del frenesi colectivo, que eseap6 a la sagaz observaci6n de Scipion Singhele, al abandonar el ejecutante las teclas o cuerdas por el golpe; al dejar una forma instrumental