LOS NEGROS CURROS bars del Niger (1) y entire las mas meridionales, del Gab6n. (2) Unanse estos datos a los ya consignados al tratar del negro curro y repitase para su compafiera la explicaci6n psicol6gica ya dada. En fin, sustitiyase el bub africano por el camis6n, la tela colgante atada alrededor de la cintura por la saya, la babucha por las chancletas, cuyas sustitueiones eran impuestas por el ambiente de Cuba; finansele al atavio de la negra asi vestida los mismos adornos, mant6n, pafiuelo a la cabeza, etc., ya des- criptos, de la mujer yolofe especialmente, y se tendra el tipo complete de la negra curra arrastrando sus chancletas, con giri- billa africana, por las calls del Manglar y Jesus Maria, alli en el primer tercio del siglo pasado. Claro estA que la aportaci6n espafola debi6 de contribuir tambi6n a los andares de la curra, pues la gracia en el calzado y en el andar fu6 donaire de la mujer hispana. (3) Del "taconeo ruidoso y con armonia" de las damas hispano- americanas del period colonial y de las mestizas, nos habla un historiador quitefo. (4) Y allb en Sevilla, como antecedente de la chancleta curra, encontramos el chapin, que era a manera de un chanclo, pero mis rico y de hechura elegant, muy en uso entire las sefioras de antafio, que hoy diriamos distinguidas. Como que por pre- g6n de 13 de abril de 1639, Felipe IV dispuso que ciertos trajes se usasen con chapines (5), acaso para reformer de nuevo el (1) L. LE BABBIEs Etude sur la population bambara de la vallid du Niger. Paris, 1906, pig. 20. (2) MIIJIGAN. Ob. cit. pAg. 34. (3) Ya lo refleja un euioso eantar del siglo XVII, que dice: Algdn cebillo tengo sabroso en el pisar que en s61o verme andar mil ojos entretengo. A todo el mundo admiral el garbo de mi pie, etc. JuLio CEJADOB. La verdadera Poesia Castellana. Madrid, 1921. Tomo II, pig. 309. (4) IsAAc J. BARRBE. Quito ColoWial, Siglo XVIII. Quito, 1922, pig. 24. (5) Novisima Becopiaci6n. Libro VI. Titulo 13, Ley 65