LOS NEGROS CURBOS el mahometismo en el norte o en el oeste de Africa, y hasta en negras de Loango. (1) Entre los mandingas, valga este pueblo entire otros, el uso del pafiuelo-turbante en las mujeres fu6 y es general, por ser todo 6l islamita, hasta el punto de haber lUegado a Cuba y el Brasil algunos esclavos mandingas que sabian leer y escribir el lengua- je con que les fu6 ensefiada la religion de Mahoma. Ratzel (2) llega a afirmar que, segfin noticias de procedencia arabe, ya en el siglo XII una parte de este pueblo ingres6 en el islamismo, que le ensefiaron los pueblos 6rabes y bereberes, con los quo mantuvo constantes relaciones pacificas y guerreras, por las cuales adquiri6 part de la civilizaci6n de sus vecinos, de la que es prenda indudable el turbante, que ya s61o se usa alli por el sexo femenino, pues el masculine ha encontrado en el sombrero del blanco el sustitutivo de aqu6l, como de todos los adornos de la cabeza. Tambi6n entire los jolofes, pueblo situado al norte de los mandingas y en la costa del Atlantico, las mujeres usaban una especie de turbante. "Las mujeres disponen sus cabellos de identica forma, sus trenzas fnicamente son mas largas y algo mAs gruesas, pero no se ven sino aquellas situadas alrededor de la cabeza porque adornan 6sta con un pafiuelo mAs o menos elegantemente arrollado en forma de turbante. El pafiuelo de la cabeza es uno de los objetos que excitan mas la coqueteria de la negra; las cristianas no llevan generalmente mas que uno, las musulmanas se adornan frecuentemente con dos de colors dis- tintos logrando asi lucir un turbante Ilamativo." De esos tur- bantes se conservan tambien supervivencias en Cuba por algunas negras viejas que cubren asi sus canosas pasas, pero no hay que confundir con ellos el pailuelo de las negras curras, que tambiln suele aun verse, aunque raramente, en alguna negra del ham- pa. En efecto, muchas negras, no todas africanas aunque ya de edad avanzada, levan atado a la cabeza un pafiuelo a guisa de turbante. No es que pretendan ocultar asi sus canas ni sus lanosos rizos, por coqueteria femenina, pues no faltan por cierto en el tocador africano models mis variados y complica- dos que los europeos para disponer aquellos cabellos en forma (1) F. RATZEL. Las BRaas Humwanw, Barcelona, 1888, t. I, p. 344. (2) Ob. cit. Tomo I. p, 377,