COLLECTANEA Cuentan otros ,que esa tradici6n' existia Irealmente, lero duefios de ingenio a quienes he conocido, afirman que ellos te- nian la idea de que suicidindose, sus espiritus eran llevados por sus dioses a sus tierras reencarnando otra vez en ella. Este dato esta confirmado por hechos que no dejan lugar a duda; los suicidios eran frecuentes entire esos negros. En el inge- nio Corojal en un frondoso bosque se ahorcaron sucesivamen- te veinte mandingas, en vista de lo cual el propietario de la finca, Don Miguel Cantero, mand6 a talar el bosque. En el mismo ingenio durante una zafra (probablemente el afio 1864), un negro de apellido Toledo una mafana, que fu6 castigado por haberse quedado dormido, corri6 a la casa de mAquinas metiendo la cabeza entire el pifi6n y la rueda catalina, tritu- rindosela y suicidindose de esta manera para no sufrir mis eastigos. Lleg6 a sospecharse de los intentos suicides de los man- dingas porque se les oia cantar con frecuencia una especie de tonada ininteligible, que sin embargo aprendieron algunos ne- gros carabalies y uancipellos, como si fuera una especie de ple- garia que entonaban antes de suicidarse. En los ingenios de Trinidad, los eselavos maMdingas fue- ron preferidos a todos los demis por sus condiciones para el trabajo y por ser m6s inteligentes; algunos l1egaron a ser pe- ritos en la fabricaci6n de azicar, buenos sastres y herreros, y magnificos cocineros. No se recuerda ninguna mujer de raza mandinga, habiendo sospechas de que dos fueran de esta raza sin haberse podido comprobar. Por datos bastante juiciosos se calcula que en Trinidad, que tuvo una numerosa poblaci6n esclava, no pasaron de quinien- tos o seiseientos los mandingas que existian en su jurisdicci6n. M. HURTADO DE MENDOZA. TRABALENGUAS Continuamos la colecci6n de trabalenguas iniciada en la pdgina 279 del Vol. I, con las siguientes, e invitamos de nue- vo al lector a que nos honre con su colaboraci6n para comple- tarla.