FOLKLORE DEL NINO CUBANO Un maestro observador, puede darse cuenta de la inelinaei6n que sienten los niios de enviarse papelitos y cartas llenas de simplicidades, o de preguntas sobre sus juegos y mufiecas; pe- ro mientras las nifias son muy aficionadas a escribir cartas llenas de exageradas frases de eariflo, a la maestra o a las ami- gas, (muy sentimentales y carifiosas mientras estin en paz; pero no asi los papelitos que se cruzan despues de un disgusto, porque en este caso refleja cada una el ambiente en que vive, dici6ndose frases mas o menos desagradables) los nifios, me- nos sentimentales, rara vez le escriben al professor una carta afeetuosa, y ellos entire si, mas que a escribir cartas, como se- fiala Boubier, "se limitan a escribir una frase bajo un dibujo satirico, para que el sentido sea mejor comprendido por la per- sona a quien se destina. Sus cartas propiamente diehas, no se componen mas que de una injuria mas o menos trivial, una mal- dad mas o menos negra o una simple broma m6s o menos espi- ritual." El maestro que tuviera la curiosidad de coleccionar las car- tas que recoge entire los nifios y las que 6stos le envian, podria hacer un interesantisimo studio de esta fase de la psicologia in- fantil, afin en pafiales. Es s6lo cuesti6n de curiosidad y de ob- servaei6n. Por lo expuesto, podemos apreciar la riqueza y variedad del Folk -lore de nuestros nifios, como lo acentuarA, por su parte, las contribuciones folk-16ricas que inserto en el Capitulo VII de es- te trabajo, del cual he suprimido los cuentos, porque ellos solos necesitarian un volume; cuentos populares que no podemos lla- mar finicos ni propios del nifio cubano, porque son temas univer- sales, mas o menos modificados a nuestro ambiente, como uni- versales son tambien, la mayor parte de los juegos, rimas y adi- vinanzas que constituyen su saber. Recogido ese material ya directamente, en mis conversaeio- nes con los nifios, o sorprendi6ndolos en sus juegos y cantos, ya de un modo indirecto por medio de los impresos adjuntos o por cuestionarios manuscritos, como en los cuentos, en varias es- cuelas de esta provincial y en algunas del interior, (gracias a la bondad de las personas complacientes que me ayudaron), quie- ro, antes de terminar, significar que no pretend que esa co-