ARCHIVOS DEL FOLKLORE CUBANO tud de respeto llegaban a la boca de la gruta, contemplando aquella cara palida, denotando sufrimientos, con la melena y las barbas crecidisimas y enmarafiadas y los ojos sin expresi6n, vidriosos, muy abiertos. Bajo las toseas vestiduras se adivina- ba el cuerpo escualido, esquel6tico. Ni un jerg6n: ni una vasija; nada daba idea alli del menor refinamiento, sino que todo el sombrio cuadro era de sacrificio cstoico, de martirio asombroso. El libro de rezos, abierto por una de sus pAginas, estaba junto al cadaver; la muerte le sorprendi6, quizAs, reflexionando y puso en su cara la tranquilidad final; la expresi6n de beatitud cue se advertia, como de quien ve al cabo llegar la hora de la liberaci6n. Por acuerdo general, el misterioso anacoreta fu6 enterrado en aquel mismo sitio y la sencilla imaginaci6n de los guajiros satnific6 su memorial. Aquel hombre extrafio, deseonocido, que vivia una vida de privaciones y miserias; con absolute desprecio de todas las co- modidades y vanidades humans; sobrio; respetuoso con la pro- piedad ajena; que, ademAs, rezaba y hacia genuflexiones, que- dando por largas horas como en stasis, no podia ser otra cosa que un santo. Aureolado su recuerdo por la veneraci6n de los comareanos, de padres a hijos pas6 ese sentimiento de devoci6n que afin no se ha extinguido, sino que permanece vivo y robusto, m6s inten- so a media que transeurren los afios. Un senior Rodriguez, hace unos cuantos lustros, hizo promesa de edificar una capilla junto a la cueva, si obtenia un premio de la Loteria. Ocurri6 que sus billetes quedaron premiados con cinco mil pesos y alli fu6 nuestro hombre, convertido en fand- tico conveneido del poder milagroso de la cueva, a pedir la auto- rizaci6n eclesi6stica para construir la ermita. Pero las autoridades religiosas no se mostraron propicias a aceptar como dogma de fe la virtud de una cueva que concede premios de loteria a cambio de una capilla y denegaron el per- miso solicitado. La ermita no se edific6, pero el afortunado paviment6 los alrededores de la gruta e install una verja que circunda la rotonda. Y no ha sido 41 s61o el que ha creido contraer deuda de gra-