ARCHIVOS DEL FOLIKLORE CUBANO venir el fantasma que en la lejana manigua hacia correr a los hombres. Sin embargo, pasaron los aiios y sin desaparecer del todo el supersticic' o terror que al principio despert6, el solitario, que a nadie mclcstaba, baciendo una vida n6mada, pasando priva- ciones y yendo csi desnudo, hizo con su tranquilidad que las genris so aeostumbraran a verle y admirar la frugalidad de su vivir. sus hondades, etc., aunque sin poderse entender con 1. En lugares determinados le dejaban alimentos que nunca consumtiia totalmente. con una continencia rara y asi se mantenia cadn ez mos esenulido, crecidas las grefias, desaseado y mos- trando a trehos aIn piel por las aherturas que las zarzas y las roeas hacian en su habito. De tiemopo en tiempo, la earidad de los sitieros, siempre del misnmo irdirecto modo, le dejaba un sayal nuevo con que subs- tituir al que hecho jirones se le estaba cayendo. Un dia. un peseador aP que lamnaban "El Frances", patr6n de un falucho costero y que iba por tierra en camino de la cos- ta Norte de Hicaeos. Ic eneontr6 y moments despues unos cami- nantes les sorprendian en animado coloquio en que el marine reverentemente oia y contestaba demostrando gran emoci6n. Siguieron amnbos su camino en direeci6n contraria y los estu- pefactos espectadores abordaron a "El FrancCs", pidi6ndole no- ticias insisteitemente, de lo que habian hablado. E! 'abachol, mirAndoles soearronamente, se excusaba y s6lo decia: "Es un santo; un santo". Tenia Cl fama de serio y su declaraci6n nimb6 al anacoreta de un presticfio beatifico que sin discusi6n admitieron los senci- 0los comarcanos. Desde aquel entonees el misterioso anacoreta fue objeto de devoci6n para las gentes de la comarca. Ahi tiene sus origenes una de las supersticiones mAs arraigadas de los cardenenses por espacio de m6s de un siglo. Sin embargo. la tradici6n ha traido para nosotros noticias de qui6n era el misterioso personaje. Qui6n le descubri6? Nurna se sabr6 probablemente, aunque es de career que "El Fran- ces", con quien le vieron departiendo animadamente en varias ocasiones, comunicara el secret a alguna otra persona y asi llegara a nuestros dias. El solitario, cuenta la tradici6n, era un francs de apellido Duquesne, que huy6 de Santo Domingo, despu6s de ver degolla-