ARCIIIVOS DEL FOLKLORE CUBANO produce el que manipula, se entablan luchas y torneos en los que se pasan las horas muy entretenidas. Hay una forma infima de papalote que se llama chiringa, que consist en un papel comfin doblado por las esquinas con la parte inferior recortada a pico, de manera que queden cogidas por tres hilos que forman el frenillo. Estas chiringas dotadas tambi6n de su correspondiente cola o rabo tianen la ventaja de que no cuesta ningdn esfuerzo ni dinero el prepararlas y a ellas recurren los chicuelos pobres que no pueden comprar los papa- lotes vistcsos o los materials nara fabricarlos. El costo de un papalote oscila entire diez v treinta centavos, segin el material y las combinaciones en los colors del papel o tela empleada. Hubo 6poca en la Hnabna, en tie:npo de la colonia, en que el juego de papalote tomO un auge extraordinario. Las calls eran intransitables; la rida era obligadamente casera por exce- lencia y la hora del descanso y de recreo, que empezaba a las cuatro de la tarde. despues del trabajo en las oficinas y en los colegios, se empleaba en las azoteas por chicos y grades, cons- tituyendo el papalote el entretenimiento y la diversion de j6ve- nes y de viejos. Soy testigo de haber visto volar papalotes a Jose Maria GAlvez, a Antonio Govin, a Oscar de los Reyes, a Juan Vilar6, a Leopoldo Cancio y hasta a D. Jose Silverio Jorrin. En aquellos dias era de moda la canci6n: SC6mo sc empiua el papalote? -Dindole vuelta al monigote! Tambi6n se bailaba una rumba por hombres y mujeres del pueblo bajo parecida al zapateo en ]a que se imitaban al son de la mfsica todos los movimientos del juego.. Iabia entonces verdaderos campeones en el sport que narra- mos, tan notables en su g6nero como los modernos jugadores de tennis, de golf o de polo. Mi maestro en el arte fuo el Procura- dor Tomris Granados. De unas a otras azoteas se formaban verdaderas legions con los papalotes, que cambiando o movi6n- dose de un lado a otro iban hasta muy lejos en busca de contra- rios para enredarse y tirar despues con fuerza del hilo para ganar la presa y disfrutarla. A esto se le decia ir al embrollo. En el extreme del rabo, en medio de una cinta o sobre el cordel empatadas, se ponian unas cuchillas muy afiladas, de