ARCHIVOS DEL FOLKLORE CUBANO Arrimarase 61 a un roble alto es a maravilla, el tronco tiene de oro, las ramas de plata fina; en la ramita mas alta vido estar una infantina, cabellos de su cabeza todo aquel roble cubrian, y con la luz de sus ojos todo el monte esclarecia. A este mundo po6tico pertenece el Conde Olinos. Nos lo imaginamos adolescent cruzando el mar. De d6nde viene? A d6nde va? El no lo sabe, no puede 61 saberlo, porque sus acciones todas las mueve un impulse secret. Cantari en las orillas del mar para alguien que hace much tiempo espera su cancinn. Un canto continue sera su vida desde entonces. Junto al canto, el mar; junto al mar, la que siempre espera. Y muy cerea tambi6n, la fatalidad trAgica, la inexorable fata- lidad que sigue al h6roe desde que nifio cruza el mar. Y en el canto y en ]a trAgica aventura hay siempre un goce inexplica- be. El goce durarA mAs que la vida. i El goce, el goce incom- parable que estA mas lejos del mar, que esth mas all& del canto! Ellos lo sienten y se van, ya se van para siempre: Volaron ala con ala para siempre se abrazar, volaron pico con pico para siempre se besar, y tanto y tanto volaron que se fueron por la mar. i C6mo lBegan entonces a nuestro coraz6n; que cerca sentimos las palabras de Tristan (1), las palabras de postrera despedida: "En las grandes olas del mar de delicias, en la sonora ar- omnia de ondas de perfumes en el aliento infinite del alma uni- versal, perderse... abismarse... inconsciente... supremo de- leite!" (1) Wagner. Tristan e Isolda. Eseena final.