FIGURES DEL ROMANCERO y las aves que pasaban se ponian a escuchar; la Reina llama a su nifia, la llama desde el portal: "Y vera qu6 lindo cantan las sirenitas del mar." "Madre no son las sirenas, las que V. oia cantar, que es el Conde Bejardino con quien me voy a casar." "Si tA te casas con 61 yo lo mandar6 matar, y a los tres dias siguientes lo mandar6 a enterrar." Yo me volvi una Iglesia 61 un rico altar, donde celebran la misa la mariana de San Juan. En la variedad de estilos y tendencies que se observa en el Romancero espafiol hay una nota que podriamos llamar septen- trional. Acentfase el ambiente maravilloso, acentfiase el predo- minio de la fibula. Cambia el scenario habitual de las figures legendarias; podri callarlo el poeta an6nimo, pero sobre sus heroes sentimos un cielo muy gris con nubes cada vez m6s cer- canas. Una melancolia misteriosa se difunde en el paisaje; el impetu lirico, tan frecuente en los romances populares, ahora m6s bien nos parece incoherencia, imprecisi6n sibita o vago e inconsciente simbolismo. Lo imprevisto, lo inesperado comienza a ser ley que rige la vida cotidiana de esas vagorosas figures. Xwordemos el romance de la infantina: A cazar va el caballero, a cazar como solia, los perros lleva cansados, el halc6n perdido habia, cuando le cogi6 la noche en una obscure montifia, donde cae la nieve a copos y el agua menuda y fria.