RETIRO DE PERIODISTAS NUESTRO TABACO EL HABANO INCOMPARABLE Por Ricardo A. Casado. En alglin lugar, no de la Mancha precisamente, y de .uyo normbre bien que qui- siera acordarme, lei no hace muho aque America s61o dos cosas habia dado al *nt w do, y no muy buenas anmbas por igual: la patata y la sifilis, Frase efectista, y por demos injusta. Amnrica di6 al mundo, en primer tcrmi- no, la insospechada amplitud de sus limits, llevando a todos los espiritus de' la epoca la sensacidn triunfal de tn mads alld asequible, real, penetrable y pr6digo. La hwma- aidad no volverd a vivir mementos de tan sigular emocin corno la que podemos su- pone-r en las gentes de 1492 al descubrirse, s-ibitamente, oue, la tierra era mis amplit de lo que hasta entonces se habia sabido; y (1le a travis de los mares inciertos un nuevo e inmenso territorio se abria al esfuerzo creador, ensanchando los dominios y las posibilidades del hombred. Y America brind6 tambiin, inmediatamente, como te- soro inapreciable de su suelo, mds valioso acaso que cuonto. otrrs guardaba en lax entraifas del mismo, "la plant amiable pcue da el humo, compainero del hombre". EN EL ORDEN PSICOLOGICO iCutd bella, en la sencillez de la forma y la exa:titud del concept, esa frast de Marti. iCompahero del homnbre! Compailero de todos los dias y todas las horas. Compaliero en la orgia, en el trabajo, en la guerra, en la prisi6n, en el triunfo y la derrota, en la risa jocunda como en el duelo infinito... Junto) Il echo de muerte de un ser querido, janmds se nos ocurrird abrir las pdginas de un libro; per> si, en cambio, hasta en ese moment de angustia supreme, enrendemos un puro o un ciga- rrillo. El humo entonces nos invade, no s6ln cl pecho, tino hasta el alma; g parccr despu comno si en las volutas blanquecinas alejdrase disuelta algnita parte de la pena inmensa. ;Compafiero siempre! iCompailero fiel! Es par eso que, sin vai- laci6n alguna, lo podemos decir: Mejor amigo que el tabaco, ni siquiera el libro. En los albores de la vida, cuando somos inaptos anti para otros placeres, el ta- baco nos brinda las primeras delicias. Y en el ocaso, cuando el individzso estd ya al margen de todos los goces materials y habla de ellos con la nostalgia de lo que jamas serd otra vez, todavia le queda un deleite que podti prolongar hasta el 41ti- mo instant: el placer de fumar. No es possible, al mneos para un fumador, hablar del tabaco sin previamente rendirle pleno y rdlido homenaje de gratitud. Product exceptional, sobre todo ei se trata del nuestro, el tabaco es ensuefio, placides, fantasia, inspirtaci6n estimu- lo para la mente y consuelo para el espiritu. El tabaco da much de lo de tamr biEn se pide a otras drogas, sin cobrarlo con cargo at tesoro mds grande que el homn- bre posee; porque estd ya fuera de dudas que s6lo en. casos de exceso, o en determi- nados organismos, result nocivo a la salud. Pero esto ocurre tambidn hasta :on (ualquier altmento. De que h!artorse sca peligroso no vamos a deducir que es mato