.'RETIRO DE PERIODISTAB la mayoria de los concurrentes, excusado es decir la fina ealidad de los juicios y opinions emitidos. Comunmente se formaba la select rcuni6n junto al bur6 colo- nial donde, entire dos luces, se sentaba Montoro. De los mis asiduos eran Sanguily, Enrique HernAndez Miyares, Diego Vicente Tejera, Alfredo Zayas Alfonso, director a la saz6n de una notable revista literaria; y otros muchos j6venes de la 6poca, que mas tarde adquirieron fama y reputaci6n por sus actividades civicas e intelectuales. Don Ricardo del Monte, noctbmbulo incorregible, dedicaba al suefio las horas ,!iur;;na.. Solia lespertarse a la puesta del sol. Cuando alguien avisaba que don Ricardo habia abandonado su alcoba, los tertulianos se corrian a su despacho, dondo se reamndaban las conversaciones y frecuentes pol6micas. Todos deseaban oir las opinions lel insigne periodista, que tambi6n gozaba de mereerida atoridad/com, poeta y critic, y al que todos admiraban y respetaban. 'Del Monte era hombre ImuI pareo en palabra hablada, y solo se expansionaba un poco cuando el grupo era reducido y lo integraban sus preferidos. Pero sabia escuchar con pacieneia y ex- quisita cortesia, lo que otros decian; y solo cuando era insistentemente requerido, ;icacc.'a, y entonees emitia sobrios comentarios. Cierta vez, pa'a a::ratr puTt discrepantes de los poetas HernAndez Miyares y Tejera sobre cierta composici6n de Alfredo dr Musset, Del Monte terci6, reeitAndola en frances y en su version caste- Ilana, y explicando d6nde estaba la aparente oscuridad, al decir de Tejera. Otra tarde Este, a ruego de don Ricardo, deleit6 a todos recitando, de manera impecable, los bellos versos de "En la Hamaca", la mas popular de sus poesias. La guerra avent6 aquellas agradables tardes de "El Pais", como barri6 cin tantas otras cosas. Muchos de los tertulianos marcharon a la emigraci6n, algunoq a la manigua rebelde y otros, prudentemente, se encerraron en sus hogares. Las ren- niones siguieron celebrandose a puertas cerradas en el despacho del Director, de vez en cuando, y reducidas a los mas intimos de Del Monte que en la Habana quedaron, todas personas de relieve social y alta autoridad en el autonomismo: Galvez, Mon- toro, don Pancho Zayas, Gonzalo Ar6stegui del Castillo, Perico P6rez y otros pocos. Yo segui concurriendo a la hist6rica casona, pues en ella radicaban las oficinas electorales del partido, en las que yo ejercia las modestas funciones de escribiente. Pero por respeto, nunca intent penetrar en el despacho de don Ricardo cuando se reunia con sus intimos. Muchos afos han pasado, pero aquellas tardes de "El Pals", aquel ambiente de alta cultural y gay saber, no las olvidara mientras viva, el autor de estas lines. Ellas eonstituyen los mas gratos recuerdos de sus aflos mozos; y ahora, ya sumido en la: tristezas de la edad longeva, encuentran siempre dulee eco en los mas puros lat;dos le su averiada viscera cardiaca... EVA CANEL Y BICARDO AENAUTO. En los alhores del fugaz rgi:men autcon6mico (enero de 1898) Ricardo Arnaxt6 fnnd6 en la Habana un diario que titul6 "El Reconcentrado". La situaci6n habia variado notablemente. Se respiraba otro ambiente. A la ferrea mano del feroz Valeriano Weyler, sucedi6 la suave mano y la scnrisa acogedora del marquis de Pefia Plata, encargado por su gobierno do instaurar en Cuba la Autonomia Colonial. Gr:!ci:s a la amplia amnistia political que fu6 la media inicial del "nuevo regimen", salieron de los presidios esparioles, de Africa y la Peninsula, muchos patriots cu- banos, entire ellos Juan Gualberto G6mez y Jose Antonio GonzAlez Lanuza. Gra-