RETIRO DE PERIODISTAS de nuestras ciudades secundarias, donde todavia las bestezuelas dom6sticas reto- zan gozosanmete por las calls. Tal vez antes de un siglo puedan tener nuestras pequefias ciudades la higiene y e! ornato de las grandes rutas neoyorkinas. Todo es euesti6n de analizar las cosas con un poeo de optimism y de paciencia. Un siglo pasa sin que-nos demos cuenta. y nosotros, desde luego, antes que 61. EL PERIODISTA Por A. NUiEZ PARRA Cualquiera, a concepto de muchos, en conereci6n de ideas asequibles a la for- maci6n de un juicio fAcil, puede hacerse periodista. Un earnrt y una ocasi6n propicia que se aprovecha, no podria convertir en pe- riodista a un iletrado; asi como de un mediocre no se podria hacer un tipo exce- lente. Un hombre ignorante de la relaci6n que existe entire 16gica, dial6ctica y expre- si6n del pensamiento, material indispensable para discurrir con exactitud o dirigir hien el rnciioinio, e incapaz die comprender la importancia que entrafia la inter- pretaci6n materialista de la historic; un hombre que no sea capaz de eneontrar la diferenciaci6n prevaleciente entire determinismo y libre determinaci6n, podr6 ser cualquier cosa, menos periodista. Desde luego, asaz escabrosa result la tarea del periodista, si lo es a plena ea- balidad: consciente y digno. Consciente, para que avalde la trascendencia del ministerio sagrado de tan im- portante profesi6n. Digno, precisamente, para hacer un ministerio de ella. Y, desde luego, estar dotado de bastante idoneidad para desempefiar con acierte tan delicada funci6n. Un periodista, sidndolo cabalmente, debe ejereer funciones de fiscal y, con frecuencia, de juez. Sin estar dotado de un elevadisimo concept de la dignidad professional y del propio respeto, no se puede ser periodista, aunque se emborronen cuartillas con algud acierto. De poco serviria una escuela de periodismo, con vista a hacer periodistas cul- tos, sin la precisa selececin de sus adeptos y sin una vasta instrucci6n moral, capas de infiltrar en el a&imo lel individuo la eoncepci6n mis elevada de la 6tica pro- fesional. Si un periodista lleva forjada en su estructuraci6n las condiciones inalienable a la caballerosidad, su palabra inspira respeto y su conduct, emulaci6n. Considerando el periodismo una doctrine de rectitud, que sustenta como prinei- pio basico la dignidad personal-sin lo que es impossible toda concepci6n del decor profesional-, y siendo el periodista consciente sacerdote de ella, se impone por el inmenso respeto que inspira. Esto es, siendo consciente y digno el que ministerie con rectitud en tan duro sacerdocio.