FRANCISCO GREGORIO BILLINI Seria frivolo hacer menci6n de la crianza de cabras, que alli abundan hasta en la misma poblaci6n, y de los rebafios de ovejas, a las cuales nunca trasquilan, y que sin pastores que las conduzcan, vienen en las tardes, du- rante el verde de la primavera, a pacer los abrojos con que se entapiza la plaza; de ese mujido melanc6lico del becerrillo que encerrado en el corral clama por la madre, y que anunciando la proximidad del dia, tan agradable- mente nos hace despertar en la cama: circunstancias estas que contribuyen a conservar, en lo urban de Bani, ese tinte caracteristico de su origen pastoril. Tampoco es de decirse la fama, tan celebrada en otro tiempo, del sabroso dukce de leche que alli se con- fecciona, ni de las industries de cabulla, textil del cual se fabrican los hicos de color de perla mis finos y du- raderos que pueden existir; ni del giuano y del yarey que explotan las families pobres, tejiendo, principalmen- te las mujeres, esos serones, arganas, macutos, escobas y sombreros, que por su credito adquirido, se venden con preferencia en Azua, San Crist6bal y la capital. III. Pero si todo parece baladi, no lo sera por cierto, al hablar de la crianza y agriculture de la Com6n, ha- cer notar que, a pesar del rigor con que las castigan las grandes sequias, bastan tres o cuatro afios de regu- lares liuvias para que se multiplique la una y florezca de un todo la otra. D6bense ambas cosas a lo agradecido de aquellos terrenos, y la labor persistent de los bani- lejos; y tambi6n influyen en ello dos circunstancias en las cuales tal vez no se ha fijado la atenci6n: la pri- mera es la de hallarse los criaderos, en algunos puntos,