FRANCISCO GREGORIO BILLING
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tirse se descarg6 su espiritu del terrible peso que la ago-
biaba! En el fondo de su amargura cayeron como balsa-
mo de-miel las palabras del sacerdote.
 -iAh! iqu6 consoladora es la confesi6n!----.Y qub
piadoso es el padre Garcial iCon qu6 suavidad nos atrae
al tribunal de la penitencia! No parece sino que tiene
un don especial, para ello. Sin darme cuenta a mi mis-
ma, sin saber cuando me ha confesado,-decia Engracia,
media hora despu6s a su madre y a su madrina, reve-
lando en su semblante la mayor satisfacci6n.

 II.

 Y con efecto, no exageraba ella, al expresarse de
ese modo, ni en los concepts emitidos en honra del
que fu6 cura de San Carlos, de quien saben todos que
en su misi6n evang6lica, era un verdadero siervo de
Jesucristo, ni en la situaci6n moral de su Animo. iHa.
bia sufrido tanto!------iY se hallaba tan agradablement(
impresionada!-- ---
 Despues de haber hecho su cristiana confesi6n
realize su deseo, relatando al sacerdote la historic de
dinero de Don Antonio. jQu6 sorpresa para el padre
Garcia! Escrupulos y timid como era, titube6 al prin
cipio, no queriendo hacerse cargc de los talegos. S<
asust6 de poseer un secret como aquel, y pareci6le mnE
cosa muy grande, que podia traerle algin cargo de con
ciencia, desde luego que tal vez se haria dificil oumplib
religiosamente con una recomendacl6n en la cual se im-
ponian condiciones pel.igrcsas. CC6mo evitar que no s(
supiera la entrega de ese dinero? No era just tam
poco que 61 se ganara m6ritos y gratitudes que no h
correspondian. Confundido en estos pensamientos, se h