ENGRACIA Y ANTONITA i-Diablo! iqu6 trago tan bueno!-exclam6 este fl- timo; y saboreando el bocado de came que se ech6 tras el trago, repuso: -Este si que no es el tafid de las enanitas de AIM -abajo. Aludia a los pueblos fronte-izos; y ponderando el ron, express la necesidad de conseguir algunos galones para mandarlos a su casa. Bail aprobaba el plan, al tiempo que Musi6, lim- piAndose con el dorso de la mano la manteca que cho- rreaba de sus amoratados y gruesos labios emporcando su ripiosa pera, les dijo: -Yo tengo escondidas cuatro damezanas. -T6, jah! diablo, ja qui6n se las pillaste?-pre- gunt6 Solito, cimbreando el cuerpo de un lado y otro. -eA qui6n---?La mafiana que rompimos la puerta de ese cac6 de Don Antonio, nos las Ilevamos Llinito y yo. -Pues entonces me dargs una. -Y a mi dos,-aiiadi6 Bail. -No puedo. --Que no puedes, puerco? Y Ba6l se levant de la silla encar6ndosele al ha- cer esa pregunta. -Digo que no puedo, y nb puedo; porque el gene- ral Pio nos quit dos. -Mi compare Pio todo lo quiere para el,-mur- mur6 Solito. -Si company Solito, es verdad, pero como se sabe que Don Antonio y ese santominguero, (se referia a En- rique) son enemigos de la causa, le comunicaremos nues- tro prcyecto,-interrumpi6 Baul, ya sentado y echando ron en el vaso.