ra que ingreses en la Congregaci6n de los Solitarios de la Ba- hia... -Me falta sensibilidad, preparaci6n... -La tendrAs, como la tiene Trigarthon... -El es un intuitive. Naci6 y ha vivido en el mar. -No lo creas. Adora a la Bahia, porque la siente, como si fuera una madre, una novia, un amigo que le comprende y que le habla al ofdo, dulcemente... -Pobre muchacho... -Crees que sanart? -El doctor dice que si. Hablo con Trigarthon todos los dias y advierto que va recuperAndose poco a poco. eQuieres que te diga una cosa? La bahia es celosa, como toda mujer, ya sea madre, amante, hermana, amiga, y fue ella la que lo embruj6, para protegerlo de Rosina... Esa muchacha lo hizo caer en el delirio, en el frenesi del sexo. De su alma emigr6 la discipline de la vida pura, sencilla como el agua. Sobre esta misma roca lo viol6 y despuds ha venido saturando su alma con incubos y trasgos, capripedos y sicubos. Fue el arrebato refocilAndose en la oquedad del sexo. La Bahia lo desconect6 de la raz6n, pa- ra tratar de salvarlo... -Para Rosina y Leroy la bahia se ha convertido ien un des- mesurado Monte de Venus! -exclam6 De Mers-. uQu6 t6sigo ha caido sobre ellos, para que sus almas empollen erotomanias a-pocalipticas? -Esa es la utopia de la Cultura -contest6 Madelaine-. Ga- lopa en un carro tirado por Faunos y Endriagos y por las Hi- dras de Lerna de este Siglo de las Luces. Es la apoteosis de la repulsi6n y de la pestilencia, el moho de las almas en las demencias flicas, el fenecer de la decencia, el aborto mefiti- co de las obscenidades. * eSe ha metido en su cabeza la negrura del vacio? zOQu le pasa al Hijo de los Mares, que no busca su cayuco y navega en el mar, en las aguas maternales de su mar? S61o sabe mi- rarlo, y tocarlo con Ia punta de cus pies. En el extreme del muelle, fliccidas sus piernas y sus brazos, contempla la infinita extension de su bahia. Sus pestafias estAn himedas de Ilanto contenido... Quiere desapretar su pecho, congestionado de la- mentos comprimidos. Un dolor indefinible consume su cora- z6n...