Era indtil seguir tratando de hacer hablar a aquel hombre. Parecia embrutecido, idiota. Asi se lo comunic6 Madelaine al professor. Decidieron esperar algunos dias y lucgo volver a la carga. Era necesario haccrlo hablar, para que desahogara su pecho y para que tanto cl professor como Madelaine conocie. ran los pensamientos de Trigarthon y pudieran asi resolver, o tratar de resolver la situaci6n. Mientras tanto, el negro pes. cador de los ojos claros cumplia sus obligaciones en la Casa como un aut6mata. Pero ya no sonrefa y su mutismo aumen. taba cada vez mis. Al encerrarse en su pabell6n del patio se enfrascaba en la lectura de su Biblia y anulaba la funci6n de su cerebro, para no pensar. Habia llegado a esa dcterminacid6 sin propondrselo y se mantenia en ella sin tratar de comprer. der por qu, y para qud lo hacia. Cuando le hablaban, miraba a su interlocutor como si fijara los ojos en el vacio, y ejecutara lo que se le pedia, como una mAquina. --Te has acostado ya con Leroy? -pregunt6 Vergara a su mujer, miefitras sc dcsvestian para dormir. Con la mayor na. turalidad, Josefina Ic contcst6: -No. Ni pienso hacerlo. He decidido mantenerme limpia, a pesar de la inmundicia que me rodea. Y ya que, por fin, te has decidido a hablar de este asunto, debo decirte que me tiene sin cuidado lo que hagas. No necesito nada tuyo. Sd tra. bajar y puedo ganar para vivir tranquila y c6modamente. No dard un escAndalo. T6 decidirls lo que hay que hacer... Mientras hablaba, serenamente, iba desvistidndose. Entr6 al cuarto de bafo, dej6 la puerta abierta y sigui6 hablando. Lue. go sali6 ya vestida con una bata de dormir muy corta y trans- parente que dejaba ver los contornos de sus preciosas forms femeninas. Se sent en la banquet trente al tocador y comen- z6 a quitarse el maquillaje y a peinarse. Al levantarse el pelo, los tolanos de su nuca quedaron al descubierto y Jorge, desde la cama, los mir6 con sensual codicia. Luego advirti6 los ala- dares de sus sienes, lustrosos, negros y rizados. Aquellos encan- tos de su mujer lo trastornaban. -Si yo te dijera que lamento lo ocurrido, que estoy arre- pentido, tme perdonarfas? -Seria indtil, porque no me interesas para nada -contes- t6, con mal disimulada emoci6n.