CONTRAPUNTO Ahora, en el comedor, estaba el corro, complaci6ndose en una cena prodigiosa: ostras verdes de Marennes, consommd de volaille, filet de sole a I'arlesienne, cotelette d'agneau grille, co- combres a la crrme mousse de jambon au blanc de poulet, par- fait de foie gras, perdreau Perigourdine, salade Rachel, Mace- doine de fruits glacde y friandises. El Yate era una sucursal de la cave de Croiset, y desde alli, los vinos de las grandes cru de Francia, los vifiedos portentosos de Bordeaux, Cotes-du-Rh6ne, Bourgognes, Alsace, Beaujolais, Loire, Champagne... los income. parables cepages de Medoc, Sauternes, Yquem Ermitage, Mal. voise, Frontignan, Cognac, Jura..., desde alli se traian a la mesa de Anadel, para satisfacci6n del paladar de cinco privilegiados a quienes la Fortuna llevaba de la mano: Charles Croiset, el multimillonario, el esteta consagrado por la Fama; Louis De- saix, el medico escdptico, de dramatico gesto y voz profunda; Antoine Leroy, el abogado cAustico, desaprensivo y mordaz, castigador de mujeres; Albert De Mers, el gramitico silent, misintropo ortodoxo, y Rosina Simoni esten6grafa y poliglota, lasciva y hermosa, para quien todo lo que existe se reduce a la material, incluso el alma humana. Era ]a Asamblea de los gastr6sofos eminentes, de insignes paladares; de los gastr61atras eximios, de ponderado gusto. Eran los gastrof6ricos eternos, doctors en la culinaria universal. Huyeron de Lutecia, acosados por el sofoco de la plenitud, en busca de una Arcadia que les diese felicidad en la inocencia, reposo en la mundicia, alivio al dolor de su cultural. Y cayeron en la vor6gine de Ia contemplaci6n, en el empire de la rusti- cidad, para derivar en la crueldad de la lascivia. Al llegar a la Bahia de SamanA, trajeron consigo la trope- lia de sus bacilos mentales, su pat6geno surrealismo, su mugre