arriba me acechan y se ponen a verme por las persianas y a reirse de mi. En la tarde, mientras reposaba en su kiosco lo vinieron a buscar. El professor deseaba verlo en su cuarto. Cuando entr6 dste lo invit6 a sentarse y le express: -Me dijo el detective lo que hablaste con 61 esta mafiana y quiero decirte que estAs equivocado. S61o una noche nos pu- simos a mirarte cuando te bafiabas en la playa y no fue para reirnos de ti sino porque admiramos tus costumbres y lo lirn. pio y aseado que eres. Todos te queremos en la casa y te res- petamos porque eres bueno y leal. Yo nunca podria haccrte el menor dafio. Te he tomado carifo y quiero que nos tengas con- fianza. --Cuando se van ustedes para su pafs? -le pregunt6 con la mayor naturalidad. La pregunta tom6 de sorpresa al professor. De pronto no supo c6mo interpretarla-. Dentro de algunos meses -contes- t6-.. Por qu4 quieres saberlo? -Por que deseo irme a mi casa. Ya llevo much tiempo aquf y s61o me utilizan para cosas malas... -(Te refieres a Rosina? Diselo a ella. Yo nunca te he pe- dido que hagas nada malo. HAblale claramente y dile que no quieres salir con ella, si es eso lo que te molesta. Yo no le puedo decir nada a ella porque dsas son cosas personales en las cua. les no debo intervenir. -Los otros tambidn son unos cochinos. No deben hacerle dafio a la sefiorita Chanac... Charles Croiset enrojeci6 de ira y de vergiienza a la vez. Su primer impulse fue abofetearlo y echarlo de la habitaci6n. Domin6 sus sentimientos. La mirada fija y serena de aquellos ojos grandes y confusamente azules, lo acab6 de desarmar. Se sinti6 culpable y abochornado. Comprendi6 de repente que las palabras de aquel hombre eran sanas y que tenfa raz6n en todo. Ponidndose de pie se acerc6 a Trigarthon y le dijo: -Te prometo que a la sefiorita Chanac nadie la molestarA. Porque me has hablado la verdad, te doy las gracias y te rue- go que te quedes en mi casa. Avergonzado todavia, el Profesor cont6 a Madelaine su con- versaci6n con Trigarthon esa tarde. Estaban sentados en el