na ocupaba una de las habitaciones mAs grandes y su equipo y su personal era impresionantes. Generalmente tenian una grand chimenea, dentro de la cual pendia una cadena o mecanismo en cremallera para sostener el gran caldero en que se hacia el cocido, el pot-au-feu o la gran marmite. De esta cremallera se colgaba tambidn la varilla de metal que servfa para hacer el gigot, que generalmente era una pierna de carnero asada al fue. go director. --Cuil era la situaci6n en la cat6lica Espafia? -preguat6 Leroy. -Alli los Visigodos habian adoptado en gran part la co. cina Romana, pero el cristianismo llev6 a extremes intolera. bles la simplicidad y rudeza de las comidas. Las invasiones sa, rracenas trajeron mayores incongruencias. Existieron siempre, sin embargo, los sibaritas que tenian que ocultar como un pe. cado sus inclinaciones gastron6micas. Muy cerca de la cate- dral de Santiago de Compostela se descubrieron hace poco las ruinas del palacio de Diego Gelmirez, prelado y senior feudal del siglo xiI. Llama la atenci6n el enorme comedor en cuyas repisas se esculpieron en la piedra figures que representaban el ceremonial del servicio de mesa. En todo palacio feudal el comedor era la pieza mis suntuosa. --Y cuAl era la actitud de los Papas? -inquiri6 Madelai- ne. -A partir de las Cruzadas, no hubo Pontifice romano que no se ensaflara contra la buena mesa --contest6 el profesor-. Benedicto XIV Ianz6 nada menos que cinco breves reglamentan. do la comida, para acorregir el desenfreno de los apetitos y reparar la arruinada discipline del ayunop. -En el Siglo XIII la mesa no estaba adn provista con man- teles. En el siglo XIV alcanzan los banquetes un alto grado de esplendidez y formas de etiqueta. Los banquetes de aquella 6poca dignos de referir son los ofrecidos por los sefiores feuda. les. El llamamiento al festin se hacia por corneta, y al toque Ilamdbase tocar el agua, porque se lavaban las manos antes de sentarse a la mesa. El comedor era adornado con ricas al- fombras y tapices en las paredes. Ya para esta epoca las me- sas ostentaban pafios afelpados, que calan por los bordes: en ellas habia flores y por encima coronas y guirnaldas; en me- dio, el salero, y por los lados los panes. A lo largo de la pared habian banquetas ricamente henchidas de plumas. En Alema- nia, a diferencia de los pueblos rominicos, los dos sexos toma-