lientes que no comen nada. Otro de esos libros fue el intitulado Sent Soui, por un catalan llamado Pedro Felip, cocinero del Rey Canuto de Inglaterra; el Libro del Vientre, de autor an6nimo, haIlado hace relativamente poco tempo en el renombrado Mo- nasterio Benedictino de la Villa de Ripoll, cerca de Gerona, en la region de Catalufia, en Espafia; el Libro de las Costumbres, escri- to por Fray Bartolom6 de Lupiciana; el Arte Cisorio, por un tal Villena, revisado por Sancho de Jaraba, cocinero del Rey Juan II de Castilla. El favorite de este Rey, el conocido Alvaro de Luna, Condestable de Castilla tuvo un cocinero famoso llama- do Juan Sardinas. Tambidn se hizo c6lebre en aquellos tiem- pos Guillaume Tirel, apodado Taillevent, cocinero de Felipe VI de Valois y luego gran ecuyer del Delfin, duque de Norman- dia, por los aflos 1368, hasta que por el 1370 lleg6 a ser Jefe de las cocinas de Carlos VI de Francia. .-Mientras el sistema social de la servidumbre y la escla- vitud mantenia hambrientas a las masas, los grandes sefiores en el interior de sus Castillos se regalaban en los placeres de la mesa. Desde Carlomagno la miseria de los pueblos europeos fue dramitica. Grandes periods de hambres y epidemias azo- taban regularmente al Continente, al extreme de que en algu- nas regions resucitaron las prActicas de la antropofagia. Las Cruzadas empobrecieron a Europa. Sin embargo, los que lo- graban regresar de estos viajes ins6litos, supieron de la vida ostentosa de los Principes de Oriente. A la muerte de Luis IX de Francia, ltamado el Santo, ocurrida en TUnez en 1270, du- rante una de esas Cruzadas, la part de su s6quito que pudo volver a Francia, trajo consigo desde Oriente nuevas especias y conocimientos en el arte culinario. Esas dolorosas peregrina- ciones proporcionaron a Francia la alcachofa, traida de Vene- cia, el ragout de mouton, reminiscencia de la cocina Arabe, el arroz de la India y el lim6n de la China. A pesar de todo esto, ia cocina de Europa, en t6rminos generals, continue siendo mediocre durante toda la Edad Media. -Escribe Turpin, Arzobispo de Reims, que el Emperador Carlomagno s6lo hacia dos comidas al dia: en la primer consu- mia medio cordero y tres gallinas asadas y en la otra, aves y pescados y caza mayor... asados tambi6n. Figur6mosnos, pues, lo que seria Ia comida del pueblo. Los Galos, que tenfan un rudo paladar querfan estimulantes fuertes para ensanchar su voracidad. -En los castillos, las abadias y los conventos, la coci-