Sque prepare muchas cosas, todo lo que encuentre y manda 0seguida un pe6n a buscar hielo a Samana. -Si yo pudiese vivir con esta naturalidad tan fascinante... .exclam6 el profesor-. Todo es facil y simple. ZCuAles son tus horas de acostarte, y levantarte, Madelaine? -Despuds de cenar toco un poco de piano; Leo, acostada ya, hasta las nueve o nueve y media de la noche. Me levanto a las cinco. Nada es mas hermoso y sugestivo que la madrugada. Asi como me infunde terror el creptsculo, asf me seduce la aurora. Experimento la sensacidn de volver a la infancia. El alba es para mf como una inyecci6ri vivificante. -En las ciudades la madrugada es deprimente... -La ciudad deforma el concept del tiempo y el espacio. En el campo se percibe la continuidad del tiempo, lo sentimos, podemos palparlo, y el espacio se nos ofrece como una realidad tangible. El hombre pierde algo de su condici6n humana en la ciudad. Se objetiviza demasiado. En el campo, la percepci6n real de los concepts de tiempo y espacio aligera el caudal del intelecto, el lastre que la mecAnica de la civilizaci6n va acu- inulando en las honduras del alma... -Entonces... (No te vienes conmigo a Paris? -Prefiero... que vayas a la huerta a recoger lechugas y r6banos tiernos para el almuerzo, mientras yo me bafio -con- test6 Madelaine eludiendo de nuevo la cuesti6n-. Antonio, el mandadero, te llevara. Cuando estuvieron en la huerta el chico inform6 al professor que su caballo tenia una pezufia herida.por un guijarro y que el capataz crefa que no podria regresar montado porque el ani- mal cojeaba much. Cuando Charles Croiset se puso en cucli- llas para arrancar rdbanos y lechugas, pens6 que otro hombre habia nacido dentro de l6. Del despacho lujoso de su palacio en Antibes, donde escribia acerca de las esculturas de Fidias y Praxiteles, a un rtstico jardin de hortalizas en Tes6n... (Se convertia en hortelano el professor de estdtica? Pezufias de ca- ballo, rAbanos, leohugas, cosechas de mafz y de cacao... dl, que s6lo conocia de arte y literature clasicos... De improvise se le ocurri6 pensar cudl era la diferencia entire una copa de Se vres y una mata de lechuga. ZEra una Oda de Quinto Horacio Flaco comparable a un rabano? ZEl guijarro que hiere la pe- zufia de un caballo tenia alguna relaci6n con Praxiteles? ZAca- so fue Publio Virgilio Maron un hortelano? De repente levan- t6 la cabeza y murmur, dirigidndose al cielo, ante el asom-