Padre de la Historia. Yo lo llamaria tambi6n gran cronista de la culinaria antigua. Desayunaron temprano, y bajaron al primer piso porque habian convenido en hacer todos juntos un paseo a pie por la playa para reunirse en la gruta de las NAyades, al llegar a la sala, se produjo un vibrant temblor de tierra. La casa cru. ji6 como si la estuviesen triturando. Se escuchaba un ruido pa. voroso que salia de las entrafias de la tierra. Las lamparas y las cortinas oscilaban y parecia que toda la casa se vendria abajo. Desde el patio llegaban los gritos de los sirvientes que corrfan despavoridos. Todos palidecieron, mudos de espanto y consternaci6n. Se miraban los unos a los otros, con ojos desor. bitados. El miedo no les dejaba moverse. El sefsmo dur6 unos diez segundos, que parecieron siglos. Cuando ces6 el fen6meno telArico, el primero en serenarse fue Vergara. -Les ruego que se calmen -dijo con energia-. Ya todo ha pasado y no hay peligro. Ha sido un simple temblor de tierra, como los que ocurren con frecuencia en esta isla. -iPero si todavia estA temblando! -exclam6 De Mers. -Es una ilusi6n que suele producirse. Les aseguro que no hay nada que temer -recalc6 Vergara. Ya mas tranquilos y confiados se encaminaban hacia las puertas para bajar a la playa, cuando miraron que Trigarthon salia corriendo del pabell6n de los botes y dando terrible gritos agarraba al detective por un brazo y casi arrastrAndole subian por el trillo, volteando la cabeza para mirar el mar. En ese mismo instant una inmensa ola se elevaba en medio de la bahia, y movidndose paralelamente a la costa se acer- caba a la tierra. Era una espantosa masa de agua azul y burbu- jeante acompafada de un pavoroso ruido, aterrados por el mie. do, el grupo corri6 hacia la casa de nuevo y al entrar a la sala encontraron que ya Trigarthon y el detective habian entrado por detrAs y como impulsados por la enagenaci6n cerraban puertas y ventanas. Vergara comprendi6 lo que ocurria y les grit6: --Es un maremoto! iA las colinas! iTodos! La tremenda masa de agua, con salvaje estrdpito, se estrell6 contra la playa y subi6 hasta mis de la mitad de la falda del cerro; se detuvo un instant, y comenz6 a descender con arre batadora agitaci6n.