HERODOTO, HISTORIADOR Y COCINERO Los aguaceros de abril los mantenfan encerrados en la ca- sa. Madelaine Chanac habia regresado a su finca y el professor estaba taciturno, a tal extreme que el doctor le pregunt6: -Me vas a decir cudles son tus intenciones con la sefiori- ta Chanac. Desde que se fue estas intratable. No se puede ha- blar contigo. Apenas sales de tu despacho en el dia y por la noche permaneces mudo en el balc6n. Es tiempo ya de que rea- nudes tu trabajo. -Ya termind el Capitulo sobre la historic de la cocina Orien- tal. -No te he preguntado eso, sino que cuAles son tus intencio- nes con respecto... -D6jate de tonterias. ILouis Desaix! No te niego que me es muy grata la compafiia de Madelaine, y que sus ideas me interesan. -Es una mujer hermosa y puede cautivar a un hombre sen- sible como tW. -Naturalmente que me cautiva, pero no del modo que quieres insinuar. --eYa ves que estAs intratable? (No puedo hablar contigo sobre esta cuesti6n? -Pero si no hay tal cuesti6n. He encontrado una nueva ami- ga, y eso es todo. Presumo que no estardis celosos... -Estamos celosos, no debo negArtelo. Somos tus invitados y no puedes abandonaros. -Esta noche volver6 a ser de ustedes. No te preocupes... Se reunieron en la sala, despuds de cenar, porque llovia to- rrencialmente y el balc6n se mojaba. El professor llam6 al ma- yordomo y le pregunt6 por qud Trigarthon no estaba con ellos, como de costumbre. El viejo y leal sirviente se limit a mirar