ven aqui, Charles Croiset, y as6mate al vacio. uPuedes distinguir, allS, abajo, junto al muelle, una figure que parece humana? Es Trigarthon, que contempla el mar, el infinite, como lo es. toy haciendo yo desde aqui arriba. El y yo pertenecemos a una especie animal que ti nunca podrAs comprender. Somos los anacoretas del mar, de ese mar que nuestros remos golpean diariamente, buscando algo que nunca encontramos, huydndo- le, tal vez, a nuestra propia soledad. Un dia nos tragarAn esas olas... Somos los Solitarios de la bahfa... los desamparados... En esa vastedad, sobre ese h6medo desierto celebramos nues- tros banquetes... No el Banquete de los Sofistas a quc atude Ateneo; ni los festines de SardanApalo, ni los del rey Baltasar, ni el Asuero..., ni los de Carlomagno o C6sar Borgia... iNol Es el Banquete de los Desamparados, de los Solitarios del Mar. Es el festin que aquel negro pescador y yo celebramos diaria. mente... Nuestros comensales son las nubes, la noche tenebro- sa, las olas, la lluvia, las estrellas titilantes, las auroras, los huracanes, el ocaso... Esa noche Trigarthon no concurri6 al balc6n, ni se acost6 en la cama de su kiosco, en el patio. Se fue caminando, cerro arriba, y se ech6 junto a un tronco, fatigado, abatido de aflic- ci6n.,. Desde el cielo, las estrellas le miraban, condolidas... El roclo del conticinio confort6 su malestar, y en la sombra se durmi6, el imbele... come un nifio...