-iSi, hermosa mfa! -le decia-. Asi nos amaremos siem. pre. No me dejes ultrajar tu pureza... Y seguian caminando, cogidos de las manos, por entire los brefiales o los abandonados trillos verdes de la loma o sobre las arenas grises de las sonoras playas, como niftos inocentes y traviesos, jugueteando con las piedras del camino, subiendose en las ramas de los Arboles, bafindose en los tibios arroyuelos o en los recodos de la costa, donde el agua del mar se duerme, silenciosa... Esta tarde en el kiosco-observatorio, Madelaine y el Profesor habfan estado conversando intima y apasionadamente, acerca de diversos temas. El professor habl6 de la dulzura de vivir cuando se estA en paz con la propia conciencia, alejado de las vicisitudes del trato diario del hombre con sus semejantes, que siempre produce roces, desgarraduras..., pesadumbre, problem. mas. Madelaine le critic su optimism, fruto de la excesiva bondad de su coraz6n. Opinaba que es necesario estar siem- pre a la defensive, preparados para el asalto, lists cada dia para el ataque, so pena de sucumbir bajo las fuerzas poderosas del egofsmo, la envidia, la avaricia, el interds, la ambici6n... Cuando ya atardecia, sefialando el bote-motor que trafa del yate a Rosina y a Vergara, Madelaine le pregunt6: -eHas logrado liberate de esas inquietudes, td, fil6sofo y esteta? -Adormecidas estan, apenas... Me acerco a la edad peli. grosa en que se agitan de nuevo las atracciones de la came. Di. cen que es la preagonia del amor, la ansiedad que anuncia el final. TI, en cambio, estAs en plena adultez. -Parece que soy inmune al amor. Cuando tenia quince afios vivia conmovida. Luego la muerte de mis padres y mi regreso precipitado al pais me aislaron de esas travesuras, y tuve que enfrentarme a una realidad pavorosa, teniendo apenas dieci- nueve afios de edad. Mi primer enemigo fue el abogado de mi padre, que quiso quitarme lo poco que quedaba de la herencia, unos pesos en el Banco, que al fin se Ids rob6, Ia casa en SamanA y la enjuta finca, esqueldtica ya. Sobre ella me lance, deses- perada... -Y para enfrentarte a esa terrible lucha te vestiste de hom- bre -la interrumpi6 el profesor- y desde entonces has olvia dado que eres mujer...