-No lo sd. Dos meses... tres meses mis... -_Entonces... debo seguir en Anadel...? -No s6 qO6 contestarte. Si te pido que te quedes, lo haria por el interns de que esa mujer siga contigo y deje tranquilo a mi marido... Trigarthon se puso en pie. Parecia que habfa tomado una resoluci6n. La ayud6 a levantarse y a bajar la escarpada roca. subieron al cayuco y emprendieron el regreso. Obscurecia ya. A lo lejos sc vela la casa de Anadel, borrosa por las nacientes sombras de la noche. Vieron un bote de motor que regresaba de la casa hacia el yate. Sin decirselo pensaron que habla ido a Ilevar a Rosina y a Jorge. Eran felices, Madelaine y Charles Croiset. Se pasaban los dfas caminando, cogidos de las manos, per entire los breiiales o los abandonados trillos verdes de la loma, o sobre las arenas grises de las sonoras playas, Correteaban, como muchachos holgazanes, vagabundos, jugueteando con las piedras, subidn- dose a los arboles, bafiAndose en los tibios arroyuelos o en los recodos de Ia costa, donde el agua del -mar se duerme, silencio- sa. Se besaban tiernamente, entire risas saludables, evadiendo la caricia honda o la intenci6n salaz. Cuando 61 se enardecla y sus manos o sus labios se hacian temerarios, ella le pacifica- ba, con chistes y carcajadas. -iEres demasiado hermosa, Madelainel Quiero besar tu cuer- po. Desnidate, por favor... -Sosiegate, novio mio adorable, mantengamos nuestro amor en los limits de la sabiduria. La caricia de tu palabra me pro- duce orgasmos maravillosos y tu sola presencia me satisface... -Ie decia, echandose a sus pies como una nifia asustada-. D6 jame ser feliz, no me hieras. Es tan glorioso este amor que nos deja divinamente intactos... Quiereme suavemente... no me empujes a una locura que podria tener resultados desastrosos para ambos. Yo no quisiera ser una aventura mAs en tu cami- no. DOjame ser tu virgen eterna, tu novia, tu amiga... Y abrazaba sus piernas, arrodillada junto a 61, sobre las yerbas del sendero o las arenas de la playa, Ilorosamente hermo- sa, suplicante. El la tomaba de la mano, la resguardaba en su pecho: