enemigo Ciro durante un festin en el cual se usaron los vasos Sagrados que Nabucodonosor habia robado del temple de Je- rusalen. Cuando los hebreos dejaron de ser n6madas y se asen- taron en las tierras de Canaan, no taraaron en adquirir la cos- tumbre de efectuar suntuosos banquetes con motive de sus celebraciones religiosas. En el Eclesiastds, libro can6nico del Antiguo Testamento atribuido a Salom6n, podemos leer esta encantadora frase: "no hay mayor felicidad que la de disfru- tar de un festin acompaAado de misica; estos dos placeres son comparables a una esmeralda incrustada en oros. En el curso de esta disertaci6n se habian trasladado al bal- c6n, acomodindose en sillones y butacas, mientras los sirvien- tes traian cigarros, cafd y licores. Por pura coincidencia Jose. final y Leroy habian ocupado un pequefio canape de dos asien- tos. Sus rodillas se tocaban al menor movimiento, Ilenando de intranquilidad a Josefina. Espiaba los ojos de su marido, que estaba sentado frente a Rosina, tratando de leer en su mirada todo lo que pasaba por su mente. Rosina estaba mAs hermosa que nunca, y sus piernas cruzadas dejaban entrever el naci- miento de sus muslos, en lo que Josefina crefa descubrir una insinuante provocaci6n. Adivinaba o sospechaba miradas fur- tivas de Jorge hacia los llamativos encantos de Rosina, y deci- did no seguir siendo tonta y tratar de despertar los celos de Jorge, dejando que Leroy mantuviese sus rodillas junto a las de ella, prometi6ndose a si misma no permitir mayores avan- ces. Leroy, a su vez, se insinuaba con discreta elegancia. Sabia el conflict que se babfa planteado entire Josefina y su marido y se disponia a sacar ventajas de la situaci6n. Escuchaban con aparente atenci6n las palabras del professor, pero los cuatro tra- taban inleriormente de gobernar sus propias inquietudes. El instinto sutil del professor percibia este cuadrilAtero de emo- ciones que se iba fraguando a su alrededor y que esta noche alcanzaba tensions profundas. Su inteligencia Ie permitia ob- servar la situaci6n sin que con ello pprdiera el hilo de su di- sertaci6n. Y continue hablando, aparentemente indiferente al conflict de pasiones que se desarrollaba ante sus ojos. -- Los reyes persas -pregunt6 el doctor- eran tambien fastuosos en sus banquetes? -Vivian rodeados de esplendoroso lujo -contest6 el Pro- fesor-. Asi lo ha confirmado la arqueologia modern. Ya Ate- neo nos habia sefialado c6mo era el servicio en las mesas rea- les: se consumian mil bestias diariamente, entire bueyes, came-