-La pasi6n es siempre bella... -Tf estetismo te ciega y te ensordece. -Dejame disfrutar un tiempo esa ceguera, que me acerca al hombre natural... 1iAl hombre animalizado! i-Exacto! Acomodemos por un rato nuestras almas a esta florescencia del amor que nos circunda, a este aire sin humo de chimeneas ni rugidos de locomotoras. JHas advertido, acaso, que detras de esas lomas los predios no estAn cercados y las vacas y los cerdos vagan libremente por los caminos? Es la libertad sin horizontes de -la Naturaleza, que tW y yo descono- ciamos o confundiamos con la llamada libertad que proclama- ron nuestros Enciclopedistas, que no es otra cosa que una men- tira juridica, una burla a los hombres que vivimos encarcelados en las grandes ciudades, aherrojados por la etiqueta y el cere- monial, limitados por los reglamentos municipales, ahogados bajo el peso de las apariencias, el Equ6 dirnnn y los sofocantes convencionalismos sociales. -Tu liberalism se estA haciendo demasiado radical y pue- de degenerar en plebeyismo. -No podria, aunque quisiera. Estoy maniatado por mi fa- ma y mi riqueza. Soy un esclavo, una victim de mi buena for- tuna. -El abogado Leroy tiene raz6n: todos estamos embrujados. Hace casi dos meses, la noche que regresaste de tu pasadla en la finca de la sefiorita Chanac, yo te mandd a acostar, pero el resto del grupo nos quedamos charlando en el balc6n. Fue entonces cuando Leroy dijo eso de que estdbamos bajo el in- flujo de un maleficio. Todos convinimos en que era asi, menos Rosina. --Qu6 opin6 Rosina? -Que 6ramos unos chismosos... inmiscuy6ndonos en la vi- da privada de cada uno. -;Y tenia raz6n! -dijo el professor, riendo de buena gana. No te preocupes, Louis Desaix. Todo saldra bien. Mi salud es buena. He pasado la mafiana en mi cuarto porque deseaba des- cansar un poco. Espdrame en la sala. Dentro de un rato estare con ustedes. -No insists, Josefina. No puedo dejar estas gentes de- samparadas. Es precise que yo permanezca aquf hasta tanto se