fesor. Lo encontrd en pijama todavia, leyendo, recostado en su canape. -OQud te pasa, Charles? -Es mis de medio dia y no has bajado a tender a tus hu6spedes. eTe sientes mal? -Absolutamente nada, Louis. Un poco de morrifia y tal vez cansado. Anoche me desveld un poco. -iDebo regafiarte, gran tunante! EstAs llevando una vida demasiado violent. eQud son esos paseos que haces casi todos los dias, subiendo y bajando lomas y que se prolongan por horas y horas? -C6mo sabes que subo y bajo cuestas? -Z Porqud te vas por la orilla del mar y regresas por el firme de la loma? iD6nde vas? -eDebo pensar que me estis espiando? -Podria hacerlo, porque es mi deber, pero no ha sido ne- cesario, porque lo haces a las claras. Ahora me alarm tu pre. gunta: hay en ella recelo y suspicacia. -Voy a la gruta de las Niyades. Luego subo el cerro, atra- vieso la pequefia sabana, cruzo el arroyuelo y llego a un bohio donde vive Rafael con su sefiora y su hija, y converse con ellos. Eso es todo. Rafael es un campesino que perdi6 una pierna y no puede 'hacer nada. Su mujer trabaja en un peque- fio conuco que le produce algunos plAtanos, yuca y batata. Tienen diez o doce gallinas que ponen algunos huevos al dia. Un pariente lejano, tan pobre como 61, a veces le trae arroz a cambio de plAtanos y algtn que otro pescado. La hija que tie- ne doce afios, camina diariamente seis kil6metros para ir a la escuela rural de Los Cacaos, y otros seis de regreso. Es el cua- dro de miseria y abandon mis dramitico que pueda concebir- se y... sin embargo, son felices, y el bohio estA limpio, y no se quejan, ni me han pedido un centavo. Les he mandado con Tri- garthon algunas provisions y ropa usada para Rafael. Cuando he vuelto se limitaron a darme las gracias, con voz llena de ver- gienza. --Y c6mo es Ra ael? -Tiene cuarenta y cinco afios. Es de raza blanca. La hija casi no se atreve a mirarme la cara todavia, porque perdura en ella el rubor de haberse dejado ver desnuda la mafia- na aquella que td, Leroy y yo la sorprendimos en el arroyo con la otra chiquilla. No son Samanenses. Emigraron a este lu- gar hace quince afios desde un campo de Moca, que es una provincia del interior.