conocidos eran s61o amigos, entire ellos Charles Croiset, com- pafiero de internado en la infancia, y que luego heredaria la gran fortune de los Croiset-Lesseps. Recordaba los afios de verdadera amistad con este hombre, protegido de la fortune. Al analizar sus cualidades, sentia mas admiraci6n por su amigo. Cada dia descubria nuevas virtudes en 61. Se habia hecho famo- so, no s6lo por su extraordinaria riqueza, su cultural y su fi- .lantropia, sino especialmente por su culto a los placeres refi- nados de la mesa. En todas las Capitales de Europa se le esti- maba y se le consideraba como el Arbitro de 'la Gastronomia. Otra cualidad que lo habia hecho c6lebre en los salones de Pa- ris y del mundo literario, era su aristocracia y el metal de su voz, que cautivaba a sus oyentes. Su constituci6n spiritual era de tal naturaleza, que las ideas se cristalizaban en su cere- bro con la mayor armonia y ordenamiento, a tal punto que cuando hablaba parecia que recitaba paginas aprendidas de memorial. Su vocabulario era select, sin rebuscamientos ni frases pomposas, natural y espontineo, como el hilo de agua de una fuente silenciosa. Parecia que musitaba, pues las pala- bras se articulaban en su boca con extraordinaria suavidad, sin producer roces, y las frases se sucedian unas a otras con la mayor fluidez y naturalidad. El tono de su voz era de un tim- bre asordinado, como si emitiera los sonidos a sotto-vocce, cla- ro, diAfano, de notable dulzura y suavidad, a tal extreme que a menudo se podia percibir la vibraci6n persistiendo en el aire, como la que produce el cristal fino al ser pulsado por la ufia. Hasta podria parecer que sus palabras a veces producian eco, de tal modo se prolongaba el sonido al ser pronunciadas indis- tintamente. Daba la sensaci6n de que separaba las palabras in- tencionalmente, hacienda desaparecer la natural ligaz6n que las une en la conversaci6n, pero la separaci6n era aparente, product de la manera como articulaba las palabras. Escuchar- le era sentirse arrobado, inevitablemente, arrastrado por la sonoridad de su conversaci6n siempre discreta e interesante. Oy6 tocar en la puerta. Era el Mayordomo que le pedia per- miso para hablarle de su preocupaci6n por la salud del profe- sor. Pidi6 excusas por atreverse a tocarle este asunto, pero ha- bia considerado su deber informarle que el professor habia dor- mido mal, apenas si habia querido desayunar con un jugo de naranjas y parecia cansado y triste. El doctor le agradeci6 sus informes y luego de vestirse se encamin6 a la habitaci6n del pro-