fesor en hacer su recorrido a pie hasta la gruta de las NAya- des? -Me dijo hace un moment que habia desistido. No va a trabajar en su libro esta tarde, y por tanto tengo mi tiempo libre. aPor qu6 no hacemos usted y yo el recorrido ese y va- mos a conocer la ya famosa gruta? _,Por qu6 no? D6jeme poner unos zapatos bajos y un traje mis apropiado. Debemos llevar impermeables, por si acaso vuelve a lover. Esp6reme abajo. Estard con usted en pocos minutes. Se reunieron frente al muelle y tomaron el tortuoso trillo paralelo a la playa. En diez minutes Ilegaron a la gruta y se sentaron sobre la roca. De Mers tom6 una rama seca y le pidi6 a ella que se descalzara para quitarle el lodo a sus za- patos, haciendo luego lo mismo con los suyos. Estaban acalo- rados por la caminata y porque el aire era caliente. -Leroy quiere que se traiga un escultor de Francia para que esculpa un grupo estatuario alli arriba que lo represent a 61, al professor y al doctor rodeados de ninfas -dijo Josefi- na, riendo. -Quiere muchas cosas el amigo Leroy... -contest6 De Mers, en tono misterioso-. Parece un sofiador, y no lo es... --Por qu6 dice usted eso? -Porque lo conozco desde hace tiempo. Es un hombre de much caricter, que se empefia siempre en llevar a cabo lo que se propone. Es una gran cualidad en un abogado. --ZY en qu6 cosa esta empefiado ahora? ZEn que se haga la escultura alli arriba? -No precisamente en eso, bien lo sabe usted, madame de Vergara... -Puede llamarme Josefina. Ya es tiempo de que todos los del grupo nos tratemos con un poco menos de protocolo y so- lemnidad. -Es cierto. La Bahia nos circunda y debe-nos solidarizar- nos en nuestra defense comdn. --Defendernos? ZContra quidn? -Contra esta naturaleza provocadora y contra nuestros ins- tintos. que el ambiente exacerba. He acompafiado al professor en sus viajes por Grecia, Egipto, Italia, Espafia, Haway, Fili- pinas, y en ning6n *lugar he encontrado una naturaleza mAs hl- brica que 6sta. Es procaz, impadica a veces. -cNo podra domefiarla vuestro refinamiento parisino?