se habia hablado de viaje a la capital. El bufete le habia con- cedido unas vacaciones de un mes, y ellos habian resuelto pa- sarlas en Anadel con sus amigos franceses. Se levant y puso el pestillo a la puerta, acostandose de nuevo. Su imaginaci6n estaba inquieta y se le hacia dificil concentrar sus pensamien- tos en una sola idea que la perturbaba a veces. Llevaba ya ca- si un afio de casada y no habia sefiales de embarazo. Sabia que Jorge queria dos o tres hijos. ZEra que no se los podria dar? Se desarrop6 y contempl6 su desnudo cuerpo. Era hermosa y se sentia satisfecha de su vida matrimonial. No le habia dado importancia al desgano de Jorge durante la l1tima semana. A sus insinuaciones contestaba con una sonrisa de excusa y el velado pretext de que era tarde y necesitaba dormir. ZEstaba perdiendo interns por ella? Volvi6 a mirar su cuerpo. Quiso hacerlo de nuevo, poniendose de pie frente al espejo grande de la puerta del closet. Tenia la seguridad de que era mas her- mosa que Rosina. Y, epor qud le asalt6 aquella idea? Quiso re- cordar miradas interesadas que habia sorprendido en Jorge cuando se bafiaban en el mar estando junto a Rosina. tEstaria Jorge pensando lo mismo, con respect a la manera como Le- roy la miraba a ella? Las ideas le daban vueltas en la cabeza y no habia forma de poder razonar con sosiego. Recordaba con fruici6n los primeros meses que siguieron a su boda con Jor- ge. iCuan amoroso y delicado fue con ella! Con cuAnta maestrfa le ensefi los primeros pasos. C6mo admiraba sus raros capri- chos y sus empefos por descubrir lo que 61 llamaba los pai- sajes de su cuerpo... Se obsesion6 ton sus axilas, que decia que eran extraordinariamente hermosas. Las lamaba utem- plos,, bujiasa, chimmos... Las acariciaba como si fueran se- res vivos, cuidAndolas y mim6ndolas con exquisite refinamien- to. Se ocupaba de embellecerlas con discretos y suaves perfu- mes. Parecia el sacerdote de un extrafio y nuevo rito... Ahora, sola en su habitaci6n, la enervaban esos recuerdos. Aquella adoraci6n de Jorge por sus brazos se extendi6 a todo su cuerpo. La cubria de besos y caricias desde la cabeza hasta los pies. Decia que sus senos eran los mAs hermosos y delicados que existian sobre la tierra... Qud feliz era en los brazos de aquel hombre viril, fuerte, vigoroso y -ardiente, pero a la vez tierno y refinado. Sus noches eran verdaderas orgias de placer que la dejaban satisfecha, extenuada pero feliz y orgullosa al sentirse adorada de ese modo. Comprendia que en realidad era hermo- sa. Al evocar esos recuerdos, comparaba at Jorge de antes,