Marcial adulaba descaradamente a Domiciano, y vivia en las tabernas y los burdeles. Roma no era completamente cristiana, pero tampoco pagana de un todo. El robo y el asesinato esta- ban a tono con el bajo nivel moral de los romanos. No habia ni siquiera el acicate de la fe religiosa. Nadie crefa en nada. -_Vitelio fue sustituido, acaso, por otro monstruo? -pre- gunt6 el doctor. -No. -Respondi6 el profesor-. Subi6 al trono Vespasiano, de la familiar Flavia, de origen relativamente humilde. Por su desprecio a los placeres refinados de la mesa, no debfa ocupar- me de el, Fue un gran emperador, y s6lo se le tild6 de suma avaricia. Tuvo un gesto que me reconcilia con 61: a un hombre que lo visit para darle las gracias por un favor concedido, lo acus6 de usar perfumes, y le dijo: <. Falleci6 de muerte natural, a los sesenta y ocho afios de edad. Gobern6 diez afios, y su principado, comparado con los anteriores, fue excelente. Se produjo una sucesi6n de empera- dores mns o menos anodinos: Tito, Domiciano, Nerva, Trajano, Adriano, Antonino, Marco Aurelio, C6modo, Partinax, Juliano, Clodio, Septimio Severo, Caracalla, Macrino, hasta llegar a He- liogAbalo, otro monstruo con inquietudes gastron6micas, buf6n y pederasta. Despu6s sigue un desfile de principles ineptos, has- ta que Roma deja de ser la capital del Imperio, y Constantino la traslada a Bizancio. -Este breve epitome de la Roma cesdrea lo voy a terminal dedicando un recuerdo carifioso a Zenobia, la Reina de Pal- mira. Esta portentosa mujer tenia como consejero de Estado al ret6rico griego Casio Longino, cuya obra ,Tratado de lo Su- blime lo ha hecho famoso. Palmira, entire el MediterrAneo y el Eufrates, era una ciudad maravillosa por sus palacios y su riqueza. Hacia ella convergian las rutas de las caravanas que transportaban la seda, el incienso, el marfil y las piedras pre- ciosas de la India, China, Persia y la Arabia del Sur. Zenobia gobernaba como regente durante la minoria de edad de su hijo el principle Vaballatus Athenodorus. Los Arabes que poblaban a Palmira eran adoradores del Sol. Todavia estAn en pie sete- cientas cincuenta columns de piedra rosada del Templo del Sol, BaaI-Shamin, en las ruinas de Palmira. La mesa de Zeno- bia era un festin constant de buen gusto oriental, romano y griego. Los Sheiks de todos los reinos del Oriente, cubiertos de joyas, se sentaron a su mesa, en el gran comedor de su pala- cio, cubierto de tapices, de brocados y de alfombras. Melocoto- nes de Tabrix, higos de Kermanhah, melones de Kashan, nue-