queros y navieros para comerciar con las especias. Por toda Europa proliferaron las especierias, o tiendas dedicadas a su comercio. Dos poderosas empresas se hicieron tristemente fa- mosas por los mdtodos brutales que ponian en practice para acaparar la producci6n y el transport de especias: la aEast In- dia Company,, de Inglaterra, y la holandesa IDutch East In- dia Company*. Las islas Molucas por much tiempo fueron Ila- madas las Islas de la Especieria. -Durrinte dos, tres, cuatro siglos, Europa enter fue aco- sada por un af6n incontenible de buscar especias. No s6lo para aderezar sus comidas, sino tambidn para lograr nuevos perfu- mes y sensaciones agradables y delicadas. Fue una carrera ver- tiginosa a trav6s de los mares y los desiertos de Asia y Africa y la India. Era un apetito insaciable, devorador. Hombres por millares murieron en los naufragios o en las ardorosas sole- dades de los desiertos, viajando en pos del jengibre, la mosta- za, la canela, la pimienta, el comino, la mirra, el cardamomo, el anis, el azafrtn, el ajonjoli, el tomillo, el estrag6n. De repen- te se habia descubierto que la comida era mejor sazonada con aquellas semillas y hojas, y Europa se estremeci6 de placer. Aquella revoluci6n del gusto nos ensefia muchas cosas: que los europeos comian para saciar el hambre, exagerada por los ejercicios de las continues guerras y que habian descubierto que otros pueblos, en otros Continentes, disponian de elemen- tos que convertian sus comidas en algo placentero, casi espi- ritual. Africa, la India y Asia les ensefiaron, con sus especias, a refinar la necesidad fisiol6gica de comer. -Yo no soy vegetarian -intervino Madelaine-, pero creo que es un regimen alimenticio liberado del factor be- lico que caracteriza a la cocina en general. Ya le dije al pro- fesor, una tarde que jamAs podr6 olvidar,1 los Gourments ig- noran el terrible antecedente de casi todos los alimentos que... -Lo recuerdo muy bien -la interrumpi6 el profesor-. Me habl6 usted de la dolorosa agonia del pescado antes de conver- tirse en un filet de Sole Meuniere y de'la trigica muerte que su- fre el buey para poder transformarse en una Cdtelette de boeuf roti. Pero ahora quiero decirle, mi querida amiga, que esas tragedies son la esencia del arte. Toda creaci6n es dolorosa. La madre se queja de dolor al parir. jAcaso no sera de dolor tambidn el grito de la criatura al nacer? Siempre hay sufri- miento en la realizaci6n de una obra de arte. Es un dolor sublime que no debemos ver con ojos de piedad sino de ad- miraci6n. La muerte misma es formidablemente hermosa...